Una de las problemáticas que más nos afectó fue la acumulación de basura en las quebradas que colindan con ambas poblaciones. Las malas costumbres de algunos vecinos que botan la basura y un sistema de acumulación practicado por la administración municipal anterior, llamada “petril”, una suerte de cerco construido con basura y tierra; diariamente impactaban nuestro paisaje inmediato y nuestros sentidos. En conjunto con la dirigente Ángela Rojo, iniciamos las gestiones para solicitar a la dirección de aseo y ornato municipal la limpieza de las quebradas, con el objetivo de generar allí una puerta al desierto. Uno de los argumentos que descubrimos para mantener los petriles, era que eran necesarios para obstaculizar el paso de vehículos que descargan basura. Antepusimos a este argumento la idea de crear un jardín de reciclaje creativo, considerando las capacidades del vecino Luis Bravo para construir maceteros artísticos con neumáticos en desuso. Luego de conversar con varias personas, y contar además la historia de la señora Modesta Vilches, quien mantiene su “chusmita”, justo en una ladera de una de las quebradas, logramos que uno de los encargados de aseo y ornato, gestionara la limpieza de las quebradas. Contamos con el compromiso del vecino Luis, su familia, y el vecino Pedro, quien ya había iniciado la construcción de unos pilares, que serían la puerta hacia el desierto. La construcción de este jardín, con algunas plantas donadas y otras adquiridas a través de la residencia, es parte de los saberes ambientales que recoge el libro homónimo, como una necesidad estética de las vecinas y vecinos, que es comprendida por la residencia como una forma de creación dentro la imprescindible vinculación entre el arte y la naturaleza.