En Puerto Williams hay un único colegio y liceo llamado Donald Mc Intyre Griffiths al que asisten tod@s l@s niños y niñas de esta localidad. Este liceo además de ser un centro educativo, es también un centro social, el único espacio común y compartido que reúne y congrega a los habitantes de este fin de mundo (considerando que sus alumn@s son del origen que sea, aquí uno de los grandes temas), uniendo por tanto a las familias y a la población en general de Williams. Así que, dada su relevancia y capacidad de congregar, decidí volver al cole, yendo a distintos cursos a presentar e invitar a l@s estudiantes a ser parte del proyecto durante las clases de arte, para lo cual, la directora del establecimiento y la profesora de la asignatura me han colaborado.
Tras varios días en ello y para mi alegría, esta acción ha ido poco a poco funcionando, pues un pequeño grupo de niñas de entre 8vo básico y 4to medio se ha unido al proyecto, colaborando en su creación, ejecución y desarrollo comunitario. El sábado pasado de hecho estuvimos labrando en ello, en el patio de la Casa de la Mujer nuevamente, donde lijamos y desvestimos a las trampas, así como programado y conversado sobre el cotidiano y las posibles grabaciones que nos queda en este territorio todavía hacer. La verdad que estar con ellas trabajando me genera ilusión, pues hace muchos años que no trabajaba con adolescentes (casi que lo había olvidado) lo cual es muy motivante y entretenido por cierto, dado que sus otras miradas sobre la vida y las cosas cotidianas, me van deslumbrando y me van también enseñando.
Espero que esta semana las chicas sigan viniendo a colaborar en el proyecto, por voluntad y de manera tan libre como hasta ahora, y que podamos juntas hacer reflexiones, tejer unos cuantos sueños y echar unas cuantas risas jugando con las trampas.