Las actividades siguen su rumbo y parece que son ellas las que nos mandan de un lado para otro. El jueves continuamos con el rodaje intensivo con las niñas del taller, las vacaciones apremian y ellas quieren filmar su corto a toda costa. Nos guían y dirigen, son las dueñas del set, nos piden que cumplamos ciertas funciones específicas. El rodaje se hace largo, al final cansadas no quieren repetir por 5ta vez una toma que no sale bien, les digo que es el plano final que tiene que quedar como ellas quieran, si quieren lo puede dejar así, se quejan y me piden que lo arregle en el computador (¡ya tienen las mañas de todos los cineastas y la falsa ilusión de la post como salvación!), pero deciden hacer una última toma. Lo logran, terminamos el taller y nos preparamos para la última sesión del cineclub, elegimos Close-up de Kiarostami para dar cierre a este primer ciclo. La función es buena y llegan los fieles del cine-club y un puñado de espectadores que entran y salen de la sala un poco desorientados de lo que sucede. Invitamos una cena en nuestra casa después de la película para compartir con Danae, Luis y Carlos, el pequeño grupo de entusiastas que asistió a todas las sesiones. Es una buena cena, la conversa pasa de un lado a otro, desde el cine, a las biografías personales, la vida en sombrero y los gatos piratas que andan por el pueblo.
Viernes nos reunimos con un grupo de ex-alumnos de la escuela de Cerro Sombrero, convocados a través de la gestión de Blanca Colun, quien se empieza a convertir en una aliada clave para la segunda mitad de la residencia. Naturalmente empiezan a hacer un mapeo mental del pueblo para establecer la lista de todos los ex alumnos que aún están en el pueblo, proponemos visualizar esto y elaboramos durante toda la sesión un mapeo de Cerro Sombrero en cuatro pliegos de cartulina blanca. Se hace evidente que la parte histórica-enapina del pueblo no es la que habitan los pobladores, no se relacionan, lo comparamos con el plano que entregan en la información turística del pueblo y los resultados son antagónicos. Quedamos de volver a encontrarnos en unos días. El domingo ocurre la primera competencia de esquila rápida de Cerro Sombrero, liderada por Archi Sepúlveda (esquilador que conocimos en sus faenas en la estancia Quinta esperanza), resulta una llamativa y extensa competencia. Carlos Milos se transforma en un aliado para el registro, anda con una handycam propia y nos propone hacer un registro conjunto de la actividad. Carlos en primera fila graba incansablemente sus apreciaciones de la competencia y la impresionante habilidad de los esquiladores que en menos de 30 segundos esquilan una oveja completa. Mientras nuestra cámara está dentro del corral con las ovejas y sus curiosas personalidades a la espera de ser llevadas al escenario. La competencia es larga y el día termina siendo agotador. Dormimos profundo, que la semana ha sido larga y parece que este es el ritmo que seguirá teniendo.