Esperamos largos minutos en el terminal de buses de Toltén para irnos hacia Pocoyán, en el sector de Rakincura donde nos esperaría Guiselle. El bus se fue lleno de gente con bolsas de mercadería, pues durante estos días feriados el transporte se hace difícil; por eso hay una sensación de irse rápido a casa que se percibe en el bus. Vamos de pie por largos minutos hasta que nos ceden el asiento. A la mujer que iba cobrando los pasajes le preguntamos por Gregorio Pichún, dado que según las instrucciones dadas, debíamos bajarnos en la parada Huachipato camino a Pitrufquén. Para nuestra casualidad, don Gregorio también iba en la micro, por lo que nos fuimos lo que quedó de camino conversando. Nos acompañó hasta la puerta de la casa de Guiselle. Allí nos estaba esperando junto a su esposo e hijos. Almorzamos y compartimos un rato mientras la lluvia y el viento caían con furia.
Dentro de las historias que nos contaron tenían que ver con las inundaciones del sector tras las crecidas del río Toltén, cerca de diez hectáreas se han perdido en esta parte. También la crecida del río dificulta a la comunidad para transportarse a zonas más urbanas para abastecerse de algunos insumos, dado que al frente se encuentra Teodoro Schmidt y les es más fácil transportarse en balsa hasta allá; no obstante, han tenido que viajar a Toltén dadas las complicaciones del curso fluvial. Nos contaron que hace un tiempo atrás hubo un incendio porque una vecina había tirado aceite caliente en su patio, pero que con las hojas de eucaliptus secas se generó el siniestro que destruyó su casa y puso en peligro su propia vida. Los vecinos intentaron ayudar pero el fuego no se logró apagar rápidamente por la falta de un cuerpo de bomberos en la zona. Cuando llegaron desde Toltén ya la casa estaba destruida, esta situación gatilló que Guiselle y su esposo decidieran organizar a la comunidad para levantar el primer cuartel de bomberos del sector y así generar una concreta red de apoyo. Esto lo han concretado a pulso y a mucha organización, Guiselle nos cuenta que ser bombera es algo que le apasiona y que ha tenido que aprender a combinar con el cuidado de sus hijos y su trabajo en repostería. Además de eso ha estado criando gallinas donde nos muestra su predilección por las kollonka.
Luego de compartir con Guiselle, nos fuimos a casa de su suegro, don Gregorio Pichún, quien nos contó la historia de la primera escuela en Pocoyán que fundó su padre y ha sido por muchas décadas el lugar donde muchas y muchos jóvenes han podido educarse. Los Pichún han sido una familia dedicada a la labor docente que data desde principio de siglo XX. Gregorio nos contó cómo fue el proceso de evangelización en las comunidades y de cómo ha cambiado la forma de vida con el tiempo. La escuela que fundó su padre todavía existe, siendo un lugar importante para toda la comunidad. Conversamos sobre la educación y de cómo debía ser lo intercultural un asunto que se aborde en todos los establecimientos educacionales. La preocupación de Gregorio es que los jóvenes mapuche olviden sus tradiciones y no quieran quedarse a vivir en el campo; le contamos que en las ciudades también los mapuche buscamos la forma de hacer comunidad, de reunirnos y revitalizarnos en mapudungun y recuperar algunas de nuestras antiguas prácticas. Mientras nos contaba su historia nos imaginábamos cómo había sido el sector de Pocoyán, de los viajes en carreta a Pitrufquén, de cómo antes del maremoto de 1960 ya se sabía que venía algo grande porque por el sector habían crecido algas, cosa inusual en el lugar. Luego de eso, se volvieron a hacer gijatun cada dos años, eso hasta hoy se mantiene. Nos invitó a participar de la ceremonia que reunirá a las comunidades este año, felices le agradecimos y le contamos que ya la comunidad de los Antillanca y Lemún nos habían invitado, así que a fines de diciembre, una vez que la residencia haya acabado volveremos a reencontrarnos para hacer purrun y ayekan durante dos días en torno al rewe.