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Residencia: Memorias Lafkenche: imágenes y relatos de Toltén Toltén, La Araucanía - 2017 Residente: Colectivo Catrileo+Carrión
Publicado: 25 de octubre de 2017
Tiñendo lana y conversando con Nancy Bornard Millahual

Llegamos temprano a casa de Nancy, quien ha sido miembro de la Mesa de la Mujer Rural de Toltén desde sus inicios. Camino a Queule, en Puralaco, es donde vive Nancy, en su reducido terreno pudimos ver su taller, sus animales, su pequeña huerta y toda la variedad de productos y labores que realiza. Llegamos y Nancy nos recibió desde lejos, pues el bus nos dejó en un punto de venta de la Mesa que se encuentra en el paradero: un container adecuado y pintado con un mural que mezcla realismo bucólico y presencia identitaria indígena. Nancy nos hizo señas apenas nos bajamos del bus. Cruzamos la carretera y entramos a su hogar. Pasamos por su huerta, vimos sus pavas, un galpón y detrás de su casa, un cerro imponente que inclina su pendiente abruptamente, ganando altura rápidamente. Todo lleno de monoplantación de eucaliptus detrás de la casa de Nancy, quien luego nos diría que fue parte de una capacitación de la Forestal Mininco, empresa que les regaló a muchas personas eucaliptus y capacitaciones para aprender a reproducir esta especie tan dañina para el medio ambiente; Nancy también nos contó de inmediato de cuánto se arrepiente de haber plantado estos árboles, pues ahora le secan los pozos y el agua para regar, beber y cocinar.

Entramos a la casa y había otras cuatro mujeres torciendo lana. Nos sentimos interrumpiendo un ritual, pero de inmediato nos recibieron con mucha alegría, informándonos que Nancy les hace un taller a ellas, pues la lamngen Nancy sabe tejer wixal y comparte generosamente su conocimiento con el resto de las mujeres presentes. Ninguna más era de la Mesa de la Mujer Rural de Toltén, pero sin embargo nos comentaron que muchas de las integrantes de la Mesa comparten sus conocimientos con otras Mujeres, a través de un acuerdo de cooperación, reciprocidad o trafkin. Pensamos en las historias de violencia y control contra las mujeres, situación que todas nos han compartido, pues el paso más difícil para la organización de la Mesa fue lograr reunirse, sin el permiso de maridos y sin el permiso de la autoridad municipal, quien mediante agentes interrumpió y disolvió las reuniones en variadas ocasiones amedrentándolas y “poniéndolas en su lugar” (como muchas comentaron).

Estábamos preparándonos para la entrevista cuando escuchamos que le subían el volumen a la televisión. Se trataba del desbarataje del montaje contra los 11 comuneros mapuche inculpados por el caso Luchsinger-Mackay[1]. Fue como que se congelara el tiempo. Todas pararon sus labores y se pusieron a mirar la televisión en silencio. Nosotros también.

Más tarde, cuando grabamos la entrevista mediante audio, Nancy nos contó, a raíz de la noticia del caso Luchsinger-Mackay, su historia de despojo y usurpación a manos de colonos en un primer momento y posteriormente por la empresa privada, todo esto articulado e incentivado por el Estado de Chile. Habló sobre cómo este cerro ella lo vió arder, cuando les quemaban las casas a los peñi y lamngen que vivían en esos sectores. Ella era pequeña y recordaba el aroma de ese bosque nativo; se le ponían los ojos brillantes de lágrimas cuando nos contaba que todo ese sector le pertenecía a su familia, a las y los Millahual. Luego en la tarde nos llevaría a su ínfimo bosque personal, donde con mucha efervescencia nos mostró sus plantas y los aromas que ella resguarda, pues como ella señaló, es su forma de recordar y resistir al olvido.

Comparado al terreno que ahora tiene, que apenas le alcanza para su supervivencia, no puede ser sino la rabia el sentimiento capaz de articular su malestar frente a la desigualdad. Finalmente, nos señaló que ella tiene el título de merced que debería articular una demanda territorial respecto a toda esa zona, donde al menos tendría parte; pues se repartiría entre toda la familia y descendientes. Pero nos señala que es ya una tierra sin nutrientes, secada por la monoplantación de eucaliptus y además resguardada por fuerza policial del estado chileno, al servicio de los intereses privados de las forestales y los terratenientes contemporáneos. Nadie escucha, nos dice. Nadie hace nada, reafirma.

Luego de una jornada de nvxam intensa, que duró hasta tarde, pudimos acompañar a Nancy en sus labores y deberes, antes de ofrecernos una pieza para dormir, pues habíamos acordado acompañarla temprano en la labor del teñido.

Al otro día, pudimos observar y participar del teñido natural de lanas, mediante pigmentación con raíces, hierbas y minerales del sector. Hablamos de los conocimientos mapuche asociados a esto, y de los conocimientos occidentales que han contribuido a este arte de teñir. Comentamos sobre la dificultad de lograr el color negro, sobre el significado del azul, sobre los tiempos y materialidades del entorno, pues en el fondo, todo puede ser un material para teñir. Una especie de alquimia de ensayo-error, es lo que Nancy nos muestra.

Mientras comíamos castañas en conserva hechas por ella misma, suena ya a media tarde, el rugido metálico y lejano de la micro, indicando que se avecina. Abrazamos fuertemente a Nancy y nos subimos al bus rápido, miramos una última vez a Nancy y podemos ver con esa luz opaca de medio tarde, cómo brillan tenues las copas de los eucaliptus triunfantes, que dibujan el contorno de todos los cerros que nos rodean. Un sentido de vértigo nos hace olvidar el trípode de la cámara en la cocina de Nancy. Pero no nos preocupamos, pues sabemos que volveremos a vernos muy pronto.

[1] Para una versión crítica del caso proponemos revisar el archivo de Mapuexpress http://www.mapuexpress.org/?tag=caso-luchsinger-mackay

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