BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Memorias Lafkenche: imágenes y relatos de Toltén Toltén, La Araucanía - 2017 Residente: Colectivo Catrileo+Carrión
Publicado: 15 de noviembre de 2017
Pintar: volverse público

Junto a Luis hemos continuado la labor de pintar la fachada del galpón de lo que será la Feria de la Mesa de la Mujer Rural de Toltén, que ya al parecer tiene fijada su inauguración para el día miércoles 13 de diciembre a las 11:30 horas. Esta información nos anima más a seguir trabajando incansablemente, ya que entre todas y todos hemos conseguido los implementos para poder ejecutar de la mejor manera nuestro trabajo, además de muchas conversaciones y opiniones respecto a las imágenes y figuras que aparecerán en la fachada. Ya en estos pocos días de trabajo notamos un cambio, toda la gente nos pregunta por la pintura, pues como el galpón se encuentra al frente de la garita donde llegan los buses, resulta evidente para todas y todos que estamos realizando una actividad. En la calle nos saludan y nos alientan. Nos sentimos muy contentos de poder contribuir con esto a Nueva Toltén y a la Mesa.

Estas primeras manos de pintura buscan articular el fondo del espacio pictórico como café, pues estamos intentando “ablandar” la visualidad de la lata mediante vetas, veladuras y semitonos sepia y café, imitando la madera, buscando calidez. Ya después de la segunda mano presenciamos cómo va tomando sentido esta propuesta, pues si bien no es una mímesis hiperrealista, si funciona como una textura que da un acabado cálido y laboreado. Son como vetas de madera barnizada, o pedazos de tablones astillados y convertidos en láminas.

Como señalaba Luis, la visión que tuvo con esta pintura fue justamente la de sacar hacia la calle la visualidad y las prácticas que se realizan al interior del galpón. Sacar la madera, los colores cálidos y las representaciones culinarias e identitarias lafkenche, sería una forma de hacer devenir público el espacio femenino de la cocina, de hacer pública la intimidad indígena muchas veces negada y violentada. Devenir público el espacio productivo y político de la Mesa de la Mujer Rural de Toltén, sería un gesto de interrupción sobre el relato masculino y machista que existe en nuestras vidas, que puebla Nueva Toltén y tantos otros territorios. Es así que nuestra intención es articular este gesto desde la visualidad, como una manera de establecer una presencia pictórica que no quiere ser confrontacional, sino que busca invitar a entrar, despertar la curiosidad, transmitir esbozos de relato a través de la representación.

Cocinar, tejer, macerar, hilar, hablar, matear y tocar kultrün, son actividades de nuestro cotidiano, son actividades que se han naturalizado como propias de las mujeres, son el patrimonio de un trabajo no remunerado e invisibilizado, que al tomar otra escala visual, al aparecer como “portada” de Toltén, reivindica y hace justicia a la Mesa de la Mujer, pero también pone el acento sobre el profundo valor que estas prácticas poseen y que son resguardadas en su gran mayoría por las mujeres.

Conversamos brevemente de una nueva idea: realizar una propuesta para hermosear el antejardín del galpón con plantas de integrantes de la Mesa. También vimos retazos de madera, que podrían servir para hacer una alberca pequeña. Esto lo seguiremos conversando la próxima semana, para evaluar si a la Mesa le parece buena idea, pensando en que para la inauguración podamos tener arbustos y plantas que se dan con facilidad en la zona, como el chupón, las hortensias, algo de lawen y, finalmente, piedras y rocas del río que las acompañen.

Con esta idea en mente nos fuimos a “El Naranjo”, uno de los pocos lugares donde hemos encontrado mariscos y pescados, y que además queda a media cuadra del galpón. Fuimos con Luis a comer ahí. Atendidos por la dueña, pudimos saber que todo lo que estábamos comiendo lo había pescado ella y su familia, o pertenece a su huerta. Y en el caso de los pescados de mar, comprados directamente a los pescadores y recolectores artesanales. Todo estaba increíblemente fresco y delicioso. Al son de las rancheras, las conversaciones de los peñi presentes, y el fuerte viento anunciando lluvia, disfrutamos de caldillo de mariscos, trucha y cazuela de cerdo con mote. Platos que mezclan influencias, que sin duda tienen un nexo con la tradición culinaria lafkenche.

Ya al finalizar el almuerzo, conversamos sobre las siguientes etapas que se vienen en la pintura, de algunos materiales que faltan y cómo coordinarnos. En eso la lluvia volvió con fuerza, y lo que había sido una mañana de verano con un sol húmedo, se convirtió en una tarde donde la potencia del viento y el agua fueron los protagonistas. La lluvia no paró hasta las 7 am del día siguiente, llegamos al alojamiento empapados, como si estuviéramos todavía en agosto.

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