Visitamos a Gloria Landeros Caniuqueo, lamngen que es parte de la Mesa de la Mujer Rural, que vive en el Sector Frutillar, cerca de Vieja Toltén. Dado que la semana pasada había llovido y estábamos con luna llena, el río Katrileufu que pasa cerca de su terreno había inundado todo por ahí. Al llegar notamos cómo Gloria con mucha calma nos manifiesta que “el río está con la luna” y por ende, su notoria crecida. Nos impresionó su relación con el agua, con el río mismo. Esos saberes que se aprenden por su relación con el entorno, donde abunda el agua y siempre inunda los terrenos aledaños al río. Entre risas y amabilidad nos mostró sus animales pastar y nos contó de lo tranquila que es la vida por ahí. Poca gente vive en ese sector dado que tras el maremoto de 1960 la ciudad de Toltén quedó destruida, hoy solo quedan algunas familias que viven en la Vieja Toltén. Comenzamos la entrevista un tanto nerviosos por la situación de poner la cámara entre nosotros, pero entre risas y amabilidad, nuestra lamngen se mostró muy cómoda en la conversación que sostuvimos. Nos contó cómo había ingresado a la Mesa de la Mujer Rural, de cómo se ha empoderado con su emprendimiento de quesos y mermeladas que ha desarrollado. “Aprendí a sacar la voz y a decir lo que pienso, a tomar la iniciativa” nos manifestó mientras conversábamos. Dichas palabras nos emocionaron y nos hicieron sentir sumamente dichosos de poder estar haciendo un trabajo colaborativo con ellas. Nos manifestó que han desarrollado por diez años una cooperativa que también es una red de apoyo y solidaridad, que la Mesa de la Mujer Rural es un lugar donde no solo se reconocen como campesinas, sino también muchas de ellas como lafkenche.
En este sentido, hemos estado pensando mucho sobre qué es ser lafkenche, entendiendo por “lafken” no solo el océano, sino toda extensión de agua que abunda: ríos caudalosos, lagos, lagunas, esteros y humedales. La experiencia del maremoto ha marcado las vidas de los habitantes de Toltén y sus alrededores, tanto personas que se reconocen y sienten indígenas como no indígenas. Por eso mismo, la experiencia de visitar y compartir con Gloria nos permitió ver en su cotidianidad eso que nombramos como lo lafkenche, no esencializándolo ni clausurándolo, porque el río Toltén ha sido históricamente una frontera, y como tal, es siempre difusa y compleja. No podemos pensar lo lafkenche sin la experiencia de la colonización, ni la chilenización. Pero la vida lafkenche está dada por su relación y contacto con el agua, con su habitar y coexistir. Durante la entrevista nos contó además sobre su familia, de dónde venían, de su infancia, en la conversación apareció su memoria sobre el maremoto de 1960 y cómo se habían refugiado en un cerro cerca de Tromen. Pudimos compartir una tarde muy emotiva e íntima, donde también tuvimos la oportunidad de compartir nuestras vidas con ella y conocerla aún más. Pese a que habíamos compartido en otras instancias en el galpón de la Mesa de la Mujer Rural, nuestra lamngen Gloria nos contó su conocimiento sobre cómo hacer quesos de forma artesanal sin aditivos ni cuaje, nos explicó que había aprendido de su madre esta forma de confeccionar quesos. Fuimos a la habitación donde los prepara, allí tenía los quesos madurando y una variedad de mermeladas caseras.
Nos contó además que su esposo e hijos están tallando un wampo (pequeña embarcación de madera) para navegar por el río durante el verano. Han viajado al Budi para aprender a hacerlos y así rescatar estos conocimientos sobre embarcaciones sobre los ríos. Su sueño es hacer un recorrido por el río Toltén en wampo contemplando los lugares que recorrían en su infancia en botes.
Agradecidos por tanta amabilidad y confianza nos fuimos a casa con un frasco de mermelada de membrillo que llegamos a probar con pan amasado.