Las bifurcaciones del estero en sequía dividen a Pueblo Viejo de las nuevas calles de Punitaqui. Durante generaciones la geografía ha evidenciado un aquí de un otro lado, que pese a la conectividad fracciona a un pueblo que recuerda con orgullo la identidad fundacional y a la vez siente el olvido en medio del progreso, que no se refleja en sus calles, pero si en el otro lado. La Casa de la Cultura es parte de ese otro lado.
Abrimos la Casa de la Cultura a niños que recorren el lugar, a escolares que pintan en papel y tiza los emblemas de su ciudad, compartimos ideas y fanzines generando espacios comunes para la apropiación mediante la creación. Del otro lado del estero, quienes vieron la formación de la comunidad, pasan la tarde en sus realidades domésticas.
Ellos nos abren la puerta y aprendemos a contemplar los pliegues de la piel y la templanza en cada palabra. Proyectamos en sus casas las historias recopiladas y los hacemos parte de este relato, escuchamos y dejamos vestigio de sus narraciones en letra y papel, en escena y movimiento. Llegamos a ellos por los otros, las nuevas generaciones que los reconocen y validan. El arraigo de los de ahora y los de siempre, de los unos y los otros es el mismo.