BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Álbum de Mitopoesía Documental Punitaqui - Casa de la Cultura, Coquimbo - 2017 Residente: Colectivo Estudio Repisa
Publicado: 5 de octubre de 2017
Sobre las entrevistas

Recorriendo con lápiz y papel, vamos dando bajada a algunos de los personajes que nos cuentan la historia de Punitaqui. Día a día vamos familiarizándonos más y más. Ya nos sentimos de Punitaqui!

Aquí algunos de nuestros nuevos amigos/anfitriones/vecinos:

Cynthia Pereira, arribó a Punitaqui el 87’ para enseñar en las escuelas rurales de la zona. De enseñar en el campo conserva “hermosos recuerdos y fuertes sensaciones”. Cuenta que en el campo había que ingeniárselas para enseñar, “debajo de un árbol tenías que hacer tu clase, con la naturaleza. Muchas veces eran los niños los que te enseñaban, ellos sabían sobre las semillas y los lugares. Enseñar en el campo era difícil, pero mágico”

Eliana Valdivia, toda su vida en Punitaqui, es toda una reconocida figura. Profesora y activa vecina de Pueblo Viejo, participó de los carnavales y un sin fin de actividades para mejorar Punitaqui, como es agrupar a la comunidad para conseguir luz en Pueblo Viejo y lo lograron! Lo que más le gusta de su pueblo es la gente, muy colaboradora.

A Rosa le gustaría que se diera a conocer su tierra y que Punitaqui potenciara su lado turístico, nos menciona que hay mucho que hacer en este valle. “Además del pobre flaco hay un sinfín de productos que se vienen haciendo por generaciones, la Viña Dalbosco a la entrada de Punitaqui tienen un vino delicioso a muy buen precio. Hay muchas majadas en el centro, donde puedes ver las cabras y comprar queso directo de sus productores y el legendario puesto de Mote con huesillo, uno de los mejores de la zona o la miel de Morro Alegre”.

A sus 83 años Elba Araya, de Pueblo Viejo, es la masajista del pueblo, pero ella se define como sobadora. “Me dicen la mano santa, si alguien se quiebra le dicen que lo sobe, hay algunos que son muy gorditos y les digo que cuando adelgacen vuelvan”.

Israel Valdivia, trabajador de la minería y la agricultura, un soldado torturado y dirigente quien es más conocido como el señor de la querencia. “¿Saben porque me dicen así? Porque es de querer y yo soy muy querendón, por eso la querencia, amo a mi pueblo, a mi comuna. Fui presidente de los mineros y jubilé a muchos que lo necesitaban, sé que la unión hace la fuerza. Cuando me iban a fusilar me encomendé a dios y le hice la manda de que iba a ayudar a mi gente y cómo me salvé lo hice”.

 

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