La señora Nury estaba tiñendo sus hojas de choclos cuando llegamos a su casa. Cansada después de su jornada dieciochera, nos contaba que las ventas en la Feria costumbrista de Quinta habían estado muy buenas. Estaba contenta, pero con muchas ganas de sentarse a descansar.
Ayer jueves estuvimos con las alumnas del Taller de mimbre en Quinta. Al parecer el profesor seguía celebrando el dieciocho, por lo que al no estar presente, nos invitaron a la convivencia. Muy a nuestra sorpresa, ya que no es algo que suceda regularmente, nos ofrecían –sin mostrar ningún indicio de vegetarianidad– de las empanadas que habían llevado para compartir. Eran todas de queso, choclo, albahaca y no carne.
Hoy en La Viña, en la casa de la señora Nury, nos sentamos a conversar también con la señora Miryam (la nueva resfriada) y a intercambiar conocimientos sobre los usos de la totora. Aproveché de llevarlas a un pequeño paseo al Perú y compartirles algunas fotos y artesanías que poseo de las islas de totora en los Uros, con la intención de saciar un poco sus ganas de aprender más y nuevas técnicas.
La señora Nury tenía su taller arregladito porque había tenido algunas visitas ilustres de sus proyectos y emprendimiento. Curiosamente para sus celebraciones en familia en su casa, nos contaba que cocinó empanadas “¡pero sin carne!”, hizo empanadas de cochayuyo y como si no lo hubiésemos escuchado antes, una vez más, no carne.