Poco a poco me he ido adentrando en el proceso de conocer a las personas que conforman la comunidad sanmarquina y la visión que tienen respecto de sí misma.
Posterior a la intervención en el cerro y a su inclusión en el afiche promocional de nuestro encuentro, finalmente nos hemos reunido con algunos miembros de la comunidad -oficialmente- para dar a conocer el proyecto de la Residencia. En nuestro primer encuentro, hemos hablado sobre el arte colaborativo, las etapas generales del proyecto y la fundamental labor/acción de la comunidad en este.
Sin ánimo de ser auto referente, decidí mostrar una experiencia que tuve. En un principio, dudé de esta decisión, pues se podrían generar expectativas equivocadas sobre el trabajo que haremos, sin embargo, dejando en claro esto, me pareció adecuado mostrarla, pues no podría conocer otro proceso con mayor profundidad que uno en el que participé comprometidamente. Por otro lado, también pensé que el mostrarla, podría abrir un espacio a la comunidad para conocer a esta chiquilla que se vino a vivir a una caleta, porque sí, es un tema. Muchos y muchas se sorprenden de que una mujer viva sola en esta comunidad –¡cómo se le ocurre venirse sola a una caleta mijita!, decía una vecina el otro día- y de que a los 28 “aún” no tengas hijos.
Los rostros de las personas expresaron entendimiento cuando lo que hablamos sobre el arte colaborativo se materializó con un ejemplo. No sé explicarlo -mucho menos en palabras- pero sus expresiones parecían alcanzar cierto alivio.
Posterior a esto, pudimos apreciar el proceso de la intervención en el cerro, los niños presentes contaron lo vivido y los adultos, lo entendieron como una instancia de trabajo en equipo. También comentaron que si ellos mismos cooperaran, se podrían finalizar las letras y más aún, que de alguna manera, esta acción podría ser parte de nuestra película.
En nuestra segunda instancia -dos días después- la comunidad manifestó algunas impresiones post-encuentro y se sumaron/restaron personas. Surgieron y volaron algunas ideas y hasta algunos se entusiasmaron con ciertas labores del equipo realizador que conformaremos más adelante. Al preguntar por la frecuencia de reuniones de trabajo, los entusiastas propusieron todos los días, pero los realistas se miraron entre sí. Los primeros son quienes también -adelantándose a la primera sesión de trabajo- trajeron consigo fotografías de álbumes familiares que también retratan diversos lugares de la caleta en el pasado. A través de estas imágenes, se hace visible esa unidad comunitaria que actualmente algunos añoran. Finalmente, acordamos reunirnos en dos días más para comenzar a trabajar.
Entre estos dos encuentros, hemos tenido dos sesiones del Taller de género. Han sido instancias en que trabajamos en equipos y conversamos libremente sobre varios asuntos. Un tema tan contingente, mezclado con las experiencias de vida, promueven el nacimiento de variadas opiniones y todas han tenido su espacio. Realmente ha sido una oportunidad para romper el hielo y conocer un poquito más a estas aguerridas mujeres.