Con 28 grados de calor y mucho sol, pasamos a visitar la feria, además de comprar los imprescindibles para nuestra casa fuimos entrevistando puesto por puesto. Acá dos conversaciones que fueron destacadas:
Nolfa Araya
Un puesto de Pescados en Punitaqui.
Hija del 1er comerciante de Punitaqui, Pedro Araya Rojas, un hombre trabajador, del año 65’ que vendía en Ovalle, tomaba micro a las 8am y volvía a las 4pm, se iba con dos canastos llenos de arrollados y perniles. Gustavo Díaz (creador del Pobre Flaco) era su sobrino chico, a él Pedro Araya le traspasó mucho conocimiento de cómo trabajar el cerdo. Es que Pedro enseñó a muchos niños trabajar el cerdo, él mataba entre 10 a 15 chanchos en la semana. Nolfa nos comenta que “él criaba, ahora no se puede criar sale muy caro… pero mi padre dejó como herencia familiar la fiambrería, una tradición”
Nolfa también salió emprendedora, buena para las matemáticas “las cuentas las saco con la cabeza no más, no me gusta la calculadora, cuando voy a comprar me sacan la venta y yo ya la tengo lista”
Hoy Nolfa ha cambiado el cerdo por el pescado, “¿quiere pescadito?” Le pregunta a la gente que pasa. “El secreto de mi pescado es el sabor, que se lo doy yo. Yo viajo a Coquimbo, voy a los botes para asegurarme que el pescado sea fresco”. Antes vendía chanchito, arrollado, “pero me cambié al pescado porque es más sano, la gente me decía el chanchito no porque estoy con el colesterol alto…” Ahora tiene una variedad de productos: Empanadas de mariscos, camarón queso; empanada de horno (pino), pescado frito, sándwich de pescado y almuerzos todos los viernes en la Feria de Punitaqui. Los fines de semana pone su puesto en el estadio, en la plaza, donde sea que haya actividades
Lo que más le gusta de Punitaqui es “la humildad de su gente y que se puede trabajar”
Heiden Araya y Patricia Araya Solar
Maestros de la masa y los rellenos dulces.
Heiden Araya nació en El Divisadero, inscrito en Punitaqui, afirma que la verdadera historia de Punitaqui está en los campos. “Es la gente del campo que tiene las historias antiguas y actuales de Punitaqui. Los Quiles, El Divisadero, Maiten….”.
Hace 25 años que Heiden y su señora Patricia hacen pasteles, él es el maestro de la hoja y ella la reina del relleno, en dupla han sacado a su familia adelante “educamos a 5 hijos, todos universitarios, estamos completos”, “lo hicimos para salir de la pobreza”, “al principio hacíamos un bowl de merengue, ahora hacemos hasta 20 litros”. En su carta destacan las empanadas de alcayota, el chilenito, la cocada, el alfajor, el dulce de miga, los cachitos, los dulces de huevo, las tortas y otras delicias dulceras.
“Fue una iniciativa propia y ahí la fuimos haciendo, a medida que nos gustaba al público también. Vamos a la feria y a todas las fiestas religiosas y así andamos a través de toda la cuarta región”.
Heiden ha sido agricultor, minero, panadero, un multifacético con experiencia en los oficios locales. Admirador de la “madre tierra”, dice que a la tierra hay que respetarla, porque es la verdadera diosa. “Hay que entender la tierra y la maravilla del campo” Nos cuentó que “este año ha sido especial, se vió cómo es la tierra, verde, todo crece con fuerza, con apuro”, “acá se ven iguanas, culebras, el pájaro carpintero castellano que es más chiquitito, como la loica”
Su papá fue minero y agricultor, uno de sus primeros recuerdos del mineral es ver “cómo quemaban el mineral, cómo molían el metal y como se juntaba el oro abajo. Recogían todo el mercurio, limpiaban el azogue y ahí aparecía el oro “amarillito”.
Dice que “es importante hacer una confesión autobiográfica, con trasfondo histórico y que las recreaciones del cotidiano son la memoria vivencial, porque si no la historia se pierde”.