Esta vez, escribo en tiempo presente, para intentar retratar la emoción que vivimos el día de ayer.
Según la hora de la invitación, ya es hora de que empiece la proyección, pero son las 19:00 hrs. y aún estamos en la casa, con Francisco, trasladando todos los implementos necesarios para generar la instancia. No es que por descuido estemos atrasados, sino que a esta altura, el cansancio ya se me nota y las planificaciones no son las óptimas.
19:30 hrs., todo listo. Exposición fotográfica del proceso en su lugar, proyección y amplificación aprobadas, cóctel servido, sillas puestas, comunidad llegando, viento moderado, pero aún hay mucha luz, sigue siendo de día y la imagen proyectada no se nota. La comunidad nunca había sido tan puntual. Hay algo de alivio en mí, al pensar que la hora la decidimos con la gente y la decisión de esperar también. Bueno, por lo menos hay una exposición por ver, comida y bebidas.
20:00 hrs, aunque menos, hay demasiada luz. Me sorprende que la gente siga a la espera y no se esté retirando. De todos modos, dicha espera parece ser una excusa para juntarnos y conversar un rato. Mientras siguen llegando personas, recuerdo al Capitán. Seguramente se le olvidó que la proyección era hoy y parto a buscarlo. Cuando llego, me encuentro con Capitán durmiendo, se sorprende y me dice que lo espere allá. En el camino de regreso, me encuentro con Antonio, quien viene caminando muy rápido, con un tarro en cada mano y que me pide disculpas por el atraso, pero que, lavó su ropa en la mañana para hoy y esta demoró en secarse.
¿Por qué demora tanto en oscurecer?
Capitán llega. Se ve en las fotografías y se emociona, me dice que él es muy llorón. Me gusta escuchar que la gente se esté reconociendo en las fotos, el objetivo de estas, es evidenciar el proceso y que los presentes, identifiquen su participación en este.
20:30 hrs. ya es hora y la luz es adecuada. Llegan más personas. La comunidad le ha dado un carácter muy formal a nuestro estreno, así que merece una presentación en el mismo tono. Le pido a Francisco su compañía para presentar nuestra obra. Estoy muy emocionada, así que sin mayores preámbulos, entregamos el mando a la obra que realizamos. Unos ajustes en el telón y el documental comienza. Yo me voy a la sala para armar el cóctel de nuestro espacio de conversación posterior.
21:00 hrs. la gente entra en la sala y algunos hombres dan su opinión. Nunca pensé escuchar lo que estoy escuchando, todos esos fundamentos por los que se realizó esta obra y esas reflexiones que se querían lograr respecto al sentido de comunidad, están saliendo de la boca de los presentes y, sinceramente, existió un momento en el proceso en que pensé que no se lograría. Anita toma la palabra y habla desde el Consejo, Jimena -de la comunidad- se suma con su opinión respecto al acceso al desarrollo cultural de la comunidad. Aunque me parece muy importante este tema, creo aún no es tiempo de hablar de esto sino que del proceso, así que tomo la palabra nuevamente y trato de reflexionar desde mi labor como artista, sobre la importancia de la participación de quienes están presentes, de las visiones que se encontraron en la obra y también, de lo agradecida que estoy. Destaco la labor de Gloria y Josefina -inmigrantes de Colombia y Bolivia respectivamente-, quienes desde su timidez, están calladas. Gloria toma la palabra y se emociona hasta las lágrimas al hablar sobre la posibilidad de conocer la historia del lugar, que hoy siente como su casa y del espacio de participación, que no encontró en su país. Las lágrimas me inundan también -y nuevamente, en este momento en que estoy escribiendo- mientras pienso que, con esta declaración, la misión está cumplida.