Hace dos semanas finalizó el taller de género y al hacerlo, llegó a manos de las participantes la suma de cien mil pesos para desarrollar una pequeña iniciativa que cubra alguna necesidad que ellas detecten. Al mismo tiempo, para la institución que imparte la instancia, es una especie de piloto para observar el grado de compromiso y de organización en este grupo de mujeres, lo que finalmente, es la base para el futuro emprendimiento que se busca generar.
Las opciones para este monto, fluctuaron entre la adquisición de una máquina deportiva, una de coser o una fiesta de cierre del taller. Algunas, ya conocían mi trabajo en arpilleras y propusieron que la iniciativa fuera la confección de una arpillera comunitaria, lo que fundamentaron en la cobertura de las necesarias instancias de recreación y aprendizaje de técnicas artísticas de las que casi nunca pueden participar. Ante esto, me pidieron que las guiara en el proceso.
Haber participado en este taller, no solamente me entregó la posibilidad de acercarme a estas mujeres y conocer sobre sus realidades, sino que -y casi sin querer- se convirtió -en términos formales- en una metodología, por lo tanto parte de esta primera etapa de la residencia. En este tiempo, todas las actividades -que han buscado poner en diálogo el pasado y el presente- son parte de la investigación, que a manos de la comunidad, está definiendo la temática y género de nuestra película. Entonces, en este contexto, el diseño y confección de la arpillera, no solamente es un fin, sino que también un medio de reflexión, pues el proceso ha sido guiado en torno a la mirada que estas mujeres tienen sobre sí mismas y que en este caso, también incluyen el futuro como tiempo protagonista.
También creo que esta oportunidad toma otro valor, pues entre puntada y puntada, las conversaciones que nacen, en espacios que son solo para nosotras y en calma, van desde cosas cotidianas a ámbitos más profundos y emotivos. Hoy, algunas mujeres que solo se saludaban en la calle e interactuaban en torno a la cordialidad, conocen algo más sobre ellas, sus lugares de orígenes, sus anécdotas, sus llegadas a San Marcos, cómo son sus vidas en la actualidad, cómo se las arreglan en las necesidades cotidianas, lo que les causa risa, lo que extrañan, lo que las compensa, en fin, un espacio para compartir vivencias y visiones, que finalmente, son un punto a favor para esta residencia y una pequeña contribución para esta comunidad.
Finalmente y al mismo tiempo, estas ocasiones en que nos reunimos, también han dado paso para conversar sobre nuestra realización, pues entre conversación y conversación, afloran las ideas que las mujeres tienen para ésta, -las mismas que dijeron no tener tiempo para asistir o que por otros motivos declararon que no iban a participar- y es así como también hemos construido el texto que será la narración inicial de nuestra película.