Es un hecho que aquí en la Caleta, la oferta para el desarrollo artístico y cultural había llegado en ocasiones muy puntuales -solo en un par de ocasiones por lo que me han comentado-. La mayoría de las veces y en algún grado, las situaciones nuevas nos ponen alerta y quizá, hasta nos hacen dar un paso atrás y pienso que esto podría ser una de las reacciones frente a la Residencia. Si algo es desconocido, ¿por qué vas a querer acercarte? si no tienes claro qué beneficio podría traer para ti, ¿por qué te va a interesar?
En esta búsqueda de incentivar que la comunidad participe, uno de los objetivos que tuvo la visita de Sven, fue identificar habilidades, talentos y recursos que pudieran ser incorporados en nuestra futura composición musical, y de esta manera, entregar un espacio desde el que las personas se sientan cómodas en su participación.
Es así que, durante estos días, hemos podido conocer la variada gama de instrumentos musicales que algunas de las familias tenían colgados en sus paredes o guardados en algún lugar de sus casas, ya sea por no saber tocarlos o por desgano, pero que con entusiasmo, nos presentaron para que pudiéramos disponer de estos. Pienso que personas que en un principio declararon que no participarían por miedo a los “pelambres” u otros motivos, podrían encontrar en esta manera, un modo un poco más anónimo para participar y pensando positivamente, quizá el paso uno sea traer el instrumento ¿y quién sabe si más adelante se anima a participar tocándolo?
En este contexto, también hemos conocido varios talentos y recursos. Don Juan tiene un teclado antiguo y maravilloso que nos prestó para el pasado Encuentro fantasmal; Trecy tiene habilidades para cantar y posee una guitarra que facilitó para una improvisada composición entre ella, Camila y Yenedif; Carlos, quien tímidamente me había comentado que tocaba la armónica, se atrevió a realizar una improvisación; a lo que se suma el vozarrón de Sara y otros tesoros que estaban llenándose de polvo.