BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Yungay editado Yungay, Biobío - 2017 Residente: Colectivo Rosa Ladrillo
Publicado: 20 de diciembre de 2017
MADE IN YUNGAY: 3 meses después

Llegamos al fin de la residencia, casi 100 días que estuvimos en territorio, nos reímos al recordar cuando llegamos y no encontrábamos casa. Al quedarnos con una familia nos significó entrar de lleno a conocer a parte de la comunidad y al mismo tiempo descubrimos lo que es vivir bajo otro tipo de reglas.

Desde un primer momento nos distinguían en Yungay, independientemente que sea un pueblo grande en comparación a sus aledaños, casi todos se conocen o se ubican en las calles. 4 extranjeras recorriendo la plaza es fácil de identificar y eso fue un plus ya que la gente se nos acercaba a preguntarnos que hacíamos ahí, dándonos la oportunidad de invitarlos a participar. La ropa americana fue uno de nuestros espacios favoritos, allí conocimos a mujeres increíbles, Marcela Riquelme de Milán moda se convirtió en una de nuestras grandes amigas.

Vimos en un grupo de habitantes, las ganas de sacar adelante proyectos e ideas que ya venían desarrollando en individual: María Eva Díaz nos sorprendió con su conocimiento y su solidaridad de compartirlo con la comunidad, ella posee archivos de Yungay invaluables que resguardan la historia y tradiciones de la comuna. Clementina Velázquez tremendo personaje, coleccionista de piedras, escritora, poetisa y artista. Su caso es particular, siendo autodidacta se ha atrevido a publicar un libro con cuentos sobre la comuna, actualmente pretende lanzar su segundo escrito y se mantiene en constante acción social. Tanto Eva como Clementina nos contagian con su espíritu, para nosotras estas mujeres adelantadas para su época y vigentes en la actualidad, nos impulsan a continuar con nuestra labor e ideales.

Como hemos dicho en anteriores entradas, durante el período de residencia conocimos a Miguel Pérez, profesor de Historia en la escuela Los Mayos. Fundador de Casa Taller, único espacio cultural que operó en Yungay y que actualmente se transformó en CGC Casa Taller, una red de apoyo para cultores de la región. Miguel ha sido nuestro apoyo en  territorio, nos abrió las puertas e impulsó a ampliar nuestros contactos, en especial con potenciales artistas.

Respecto al proyecto, comprendimos que debíamos ser simples detonantes de lo que la misma comunidad exigía, una de sus principales quejas respecto a Yungay, era la escasa comunicación que existía con la municipalidad en cuestiones culturales. Nuestra meta era sembrar la autogestión con el propósito de empoderar a quienes se encuentran en la labor cultural de manera particular. De esta forma fue que iniciamos reuniones con diferentes personas y nació la idea de realizar comidas en que existiera un anfitrión que presentara un plato tradicional (familiar, chileno, etc.) y sus comensales serían diferentes habitantes pero que no se conocían entre ellos.

Se realizaron 6 comidas cuyas anfitrionas fueron Aurora Manríquez, Marcela Riquelme, Anita Lizana, Eliana Márquez, Evelyn Contreras y Rossana Inostroza. Ellas nos deleitaron con sus platos típicos, en estas instancias se dieron conversaciones variadas y sobre todo los participantes agradecían el poder conocer a sus vecinos. Posterior a las comidas, muchos de ellos se mantuvieron en contacto y participaban de las exposiciones organizadas por CGC Casa Taller o actividades culturales de toda índole.

Las comidas nos dieron el material para continuar con el mini museo, bajo la pregunta ¿cuál es tu objeto preciado? Las personas nos otorgaban un objeto que contenía una riqueza familiar y simbólica, lo que al fin y al cabo constituye la identidad de Yungay. Cabe destacar que en esta acción participaron diversas personas, algunos que habían participado de las comidas y otros que por razones personales no habían podido asistir a esas actividades, pero que tenían las ansias de ser parte del museo de Yungay.

Made in Yungay es el resultado simbólico del trabajo realizado por la comunidad, quedando abierto a ser ampliado y modificado por quien desee ser parte de esta experiencia.

Finalmente, queremos agradecer la oportunidad que nos significó la residencia, más allá de los productos simbólicos que quedaron en territorio, es la relación que pudimos crear con la comunidad lo que nos llevamos a casa y a nuestras futuras experiencias como artistas, pero más importante como personas. Creemos firmemente que el arte colaborativo abre las puertas a la reflexión sobre nuestras vidas y cómo nos relacionamos con un “otro”. En un momento en que las relaciones se hacen más cercanas digitalmente y paradójicamente lejanas en términos reales, la práctica artística debe ir al encuentro de estos fenómenos y ser una posibilidad de reencontrarnos como comunidad que hace, piensa y siente.

Aquí les dejamos las publicaciones:

 

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