Al conocer la Casa de la Cultura durante el tiempo de terreno, mi primer sueño fue gestionar la realización de un malón en el lugar. Pude imaginar vecinos, familias y amigos en el gran patio del centro cultural, los vi compartiendo, dialogando y creando en torno a las problemáticas actuales de la ciudad. Finalmente las fechas iniciales cambiaron y el viento no nos dejó usar el patio, pero el sueño se cumplió. Al término del primer mes de residencia, el ‘Malón en la Casa’ se llevó acabo de forma íntima y acogedora. La mayoría de las personas que han estado participando de la residencia, se sumaron con sus aportes, ideas y ganas de compartir. También llegaron personas que vieron el afiche en algún paradero o que vieron que algo estaba pasando, y curiosos entraron a averiguar. La misión del malón se cumplió, entre todos compartimos ideas y percepciones del centro cultural, de la ciudad y su historia, además de apropiamos del centro, sus muros, ventanas y suelos.
El malón contaba con tres espacios de participación, música en vivo con la banda local Vista Alegre y por supuesto, un sector para la comida y compartir. En la entrada estaba ‘Mi Ciudad de cartón’. En esta actividad los participantes disfrutaron creando colaborativamente una ciudad con cartones, cintas de colores y tizas. Los niños tomaron las riendas de la actividad, a lo largo de la tarde se fueron poniendo de acuerdo en qué era lo que necesitaba su ciudad, dónde necesitaba estar situada cada construcción y qué quería hacer cada uno. Estuvieron más de dos horas sin moverse del lugar, incluso la música en vivo no los distrajo. Al finalizar el malón, se tomaron el micrófono y nos hicieron un tour por su grandiosa ciudad, todos quedamos sorprendidos, especialmente con el ‘edificio de ideas’ que estaba estratégicamente al lado del edificio de la presidenta.
A un costado de la cafetería, que fue donde estuvimos la mayor parte del tiempo (y que es un espacio inactivo dentro del centro cultural), estaba la actividad ‘Pregúntale a Los Vilos’. En ella, cada persona era invitada a escribir una pregunta para la ciudad en un papel y pegarlo en la ventana. Pusimos una mesa con los materiales y fue muy interesante como se logró un diálogo entre los vecinos que escribían, pensaban y compartían sus preguntas. Hubo preguntas divertidas como, ¿por qué hay tanto viento?, y otras complejas, relacionadas a la droga y el daño que está produciendo en su ciudad. Las preguntas me dieron la sensación de estar en una ciudad que ha perdido mucho y que vive con nostalgia de un pasado reciente, donde la ciudad ofrecía lugares de encuentro comunitario y que resguardaban los lazos sociales.
Al otro costado de la cafetería, instalamos un gran pliego de papel rodeado de mapas y fotos de Los Vilos, lo llamamos el ‘Mapeo íntimo’. En el papel todos fuimos escribiendo y/o dibujando algún recuerdo, experiencia o percepción de un lugar específico de la ciudad. Fuimos creando un gran mapa íntimo con nuestras historias. Al comienzo, el papel en blanco genero un poco de miedo, y las primeras intervenciones fueron bastante tímidas, pero ya al sumarse historias eso quedo atrás. Incluso las primeras dos personas que participaron del mapa, volvieron a sumarle un poema y un dibujo a sus aportes. Fue un bello ejercicio, a través del cual logramos cuestionar y poetizar el mapa y la historia de la ciudad. Decidimos dejar el mapa en la cafetería y así nuevas personas pueden seguir participando y creando una nueva representación de la ciudad, ya no sólo geográfica, sino que experiencial.
Creemos que fue un momento significativo para todos los que participamos. Todos fuimos parte fundamental del momento y sin el aporte de cada uno, hubiera sido imposible lograrlo. En un mes más organizaremos un nuevo malón y ya hay varias personas con ganas de participar, organizar y producir.