Cuando llegamos a Quinta, los chicos del Servicio País nos habían comentado de la alta población de inmigrantes en la comuna. Hasta el momento este comentario no nos hacía mucho sentido hasta que conocimos la casa de don Pepe Huenuan. En más de veinte metros de pasillo tras la casa principal, contamos doce habitaciones habitadas principalmente por haitianos, cantaban y bailaban mientras hacían sus tareas de casa en un tremendo patio que da hacia una extensión de campo, cosecha y trabajo.
Después de un par de intentos para que volviera la luz y don Pepe pudiese calentar agua para tomarse su matecito, aprovechamos los últimos rayos de sol, mientras tratábamos asuntos de alfarería y se nos presentasen uno a uno y juguetonamente todos los gatitos que habitan la casa, muchos nos extendieron sus garritas para saludarnos y darnos la bienvenida, otros se acariciaban con nuestros zapatos y desde la puerta, mamá gata se cercioraba de que todo estuviese en orden.
Él viene de Freire, acostumbrado a la organización de las actividades en las comunidades mapuche, es el werkén de su familia. Hoy cumple su mismo rol ancestral, como mensajero de su agrupación Ñuke Mapu, difundiendo y expandiendo el conocimiento del mapuche, su cultura, sabiduría y para hacernos sonreír aún más, el arte que han aprendido a desarrollar con los elementos que su tierra les provee, el cual ya está generando su espacio en nuestra misión artística.