“Estamos preparándonos para el Gijatun” dice el título de nuestra bitácora en mapudungun, la ceremonia que une a las 11 comunidades que hay en el sector de Pocoyán. En dicho encuentro y reunión se pide por la fertilidad colectiva, por la abundancia para los próximos dos años, para ello las comunidades se organizan con anticipación cooperando todas entre sí para el Gijatun. La comunidad Antonio Antillanca nos invitó para ir con ellos como familia a la ceremonia. Nos fuimos un día antes para ayudarles a preparar todo lo que faltaba, así nos tocó ir a montar las ramadas, trasladar mesas, sillas y diversas cosas para cocinar y compartir durante los días de Gijatun.
Nos recibieron con un delicioso desayuno para luego irnos al río Toltén a lavar los intestinos de la vaca que habían carneado. Fue una experiencia poder irnos en la camioneta con la carne en canastas hasta el río, una vez allí, nos metimos al agua y comenzamos a lavar cada parte del animal, como una forma también de ir dejando todo residuo al agua, para limpiar la carne pero también es una parte importante de la preparación para la ceremonia, pues esta carne será la ofrenda de la comunidad. Los jotes y perros empezaron a llegar para tratar de llevarse parte de la carne, por lo que tuvimos que apresurarnos en nuestra labor y de ahí irnos a la sede de la comunidad a seguir trabajando.
Mientras Gloria cocinaba una deliciosa carne a la cacerola con papas y ensaladas, nosotros nos fuimos con los peñi a cortar la carne con una sierra, para luego ir a buscar carbón en un terreno de la comunidad que queda a unos kilómetros. Lalo nos contó que esas tierras le pertenecían a su familia Merillan Antillanca, donde han cultivado papas y ahora se han dedicado a hacer carbón para vender y para consumo propio. Cada uno se fue llevando a la camioneta dos sacos de carbón, Lalo acostumbrado a estas labores lo hacía con agilidad, no obstante, nosotros con mucha dificultad logramos trasladar los sacos. De eso nos reímos mucho, de nuestra torpeza en cortar la carne o mover cosas, pero no menos entusiastas y dispuestos a aprender.
En la noche nos tocó ir a buscar un cordero y conseguirnos un caballo para los sargentos que galopan alrededor de la ceremonia. En eso pudimos conocer a varias personas de la comunidad que nos hicieron sentir parte de ellos. Ya en casa de Gloria, cenamos y dejamos todo listo para irnos a las 7 am a la ceremonia, todos con nuestros makuñ, trarilonko. Ese día no tomamos fotos ni registro, porque nos pidieron que no lo hiciéramos. Agradecemos también esa instancia donde la cámara no ingresa y sólo nos queda vivenciar y compartir el Gijatun. No todo lo que se vive tiene por qué registrarse, comprendemos y compartimos el sentir de las comunidades en proteger estos espacios de sociabilidad mapuche porque son instancia de unión de comunidades y familias, de intimidad. La única fotografía que tomamos fue de nuestros rostros descansando una vez terminado el armado de la ramada.
El día 10 y 11 de diciembre nos tocó participar del Gijatun, la ceremonia alrededor del rewe que tenía cuatro momentos importantes por cada día. Mientras íbamos en la camioneta hacia el lugar, vimos a Marta vestida con sus atuendos bajando el cerro en una carreta arrastrada con bueyes. Inevitablemente bajamos los vidrios del auto y efusivamente la saludamos. Durante el camino, iban varias papay en sus carretas y muchos jóvenes en caballo. Cuando llegamos a nuestra ramada, Gloria nos preparó mate y comimos pan. Nos preparamos para así iniciar la primera ceremonia.
Los días se nos pasaron entre las ceremonias, purrun, compartir en familia. De eso quizás en otro momento escribamos más en extenso, por ahora nos quedamos agradecidos de haber sido invitados y encontrarnos con Gloria, Marta, Hortensia, Guiselle y otras lamngen con quienes hemos podido fortalecer lazos durante la residencia.