Intentando hacer un recuento de lo que ha sido esta segunda mitad de la primera semana en el territorio, creo que se puede resumir en esa máxima Magallánica -a estas alturas un cliché de esos verdaderos- “quien se apura, pierde su tiempo”. Y es que luego de los agitados primeros días de tránsitos, ha venido el contraste de la calma y la lentitud, el espacio a la contemplación, a escuchar el viento sonar sin parar todo el día, a ir reconociendo sus ritmos, los cambios en el clima, las nubes que a veces pasan como jets sobre las lomas de la pampa. El pueblo nos recibió de buena forma, siendo nuestro anfitrión local y primer férreo colaborador Eduardo Hernández, fotógrafo y trabajador municipal, con una energía propositiva que entusiasma y contagia.
¿Cómo funcionará una residencia en verano? ¿Se vaciará el pueblo en esta época? ¿Qué lugar tiene el cine en este territorio? ¿Cuál es el espacio de las imágenes? ¿Qué sentido tiene nuestra presencia acá?
En nuestra primera reunión oficial en la municipalidad con Eduardo, empiezan a vislumbrar posibles rumbos que pudiese tomar la residencia. Nos cuenta que hay un número importante de niños, niñas y adolescentes que están en el pueblo gran parte de sus vacaciones y que en general escasean las actividades para ellos. No son sólo un grupo importante de los y las estudiantes de la escuela, se les suman en esta época del año aquellos que estudian su enseñanza media en Punta Arenas y que vuelven a su pueblo para estar con la familia. Además nos habla de un proyecto en mente de armar un pequeño canal de televisión vía streaming desde la escuela, han adquirido recientemente dos cámaras, trípodes y próximamente van a comprar un Switcher. Eduardo está a la cabeza de este proyecto, que testeó durante agosto haciendo -para el día del patrimonio- un pequeño taller experimental de video y fotografía con niñas y niños del liceo, desde 5 a 13 años. Nos cuenta del alto interés que este taller, en un formato libre y lúdico, despertó y que los llevó a adquirir equipos y pensar en establecer un taller audiovisual de manera más sistemática para el 2019.
La conversación comienza a agarrar vuelo, consultamos sobre el cine, sus proyectores, algún operador posible para estos mismos: el chinopareciera ser el personaje a quien consultar. Nos habla que tienen planeado hacer un ciclo de cine durante el verano, tratando de establecerlo luego de manera permanente. Mostramos nuestro interés en ser parte del equipo de producción y programación de esta instancia, se ríe y nos dice que ya nos tenían contemplado para esto, así que no teníamos mucha opción.
Parece haber un terreno fértil para el cine en este lugar, nos alegra saber que hay intereses anteriores e independientes de nuestra presencia en el territorio. Parece contingente que estemos aquí. Ahora no queda más que disfrutar las fiestas y esperar ansiosos ver cómo se va construyendo este proyecto.