Llegamos a Bajos de Mena el 3 de octubre.
Junto con la persona a cargo de presentarnos con la comunidad nos dirigimos a la casa de una dirigente social de una de las villas del sector, luego de un rato nos enteramos que no acudiría al encuentro porque estaría ocupada las próximas semanas trabajando en la campaña de un concejal.
Decidimos caminar y conocer el territorio, así nos encontramos con Oraldo, vendedor ambulante de cloro, que recorre las distintas villas ofreciendo su producto.
Su triciclo está corroído, no tiene cadena, los neumáticos están desinflados y lo empuja haciendo un gran esfuerzo. Luego de conversar de su oficio y su experiencia, pensamos que sería una buena idea conocer el sector con él. Le pedimos sus datos y quedamos en contactarlo.
Al llegar acceso sur de Santiago nos topamos con una de las varias animitas que hay de Hans Pozo, comprendimos rápidamente que caminábamos por donde años atrás, se encontraron los restos del joven descuartizado, noticia que conmocionó a todos.
Al día siguiente visitamos a otra dirigente, la de la villa Pedro Lira. Le presentamos la propuesta de trabajo y quedó entusiasmada con los objetivos del proyecto, finalmente acordamos una reunión masiva con las delegadas de la villa.
Luego que postergara este encuentro un par de veces, y en virtud del tiempo “perdido”, decidimos abocarnos de lleno a nuestros recorridos libres por el territorio, que ya habíamos iniciado el día uno. Así comenzamos un proceso formal que nos permitió detectar y convocar a algunos vecinos a participar de esta residencia.
Conversamos con aquellos que con sus oficios dejaban huellas de su hacer en el espacio público.
Básicamente los invitamos a registrar en audio y video sus procesos constructivos, para así presenciar y también comprender, las decisiones que toman al momento de hacer lo que hacen. Esperábamos de esta manera encontrar algunas claves que nos permitieran, en un segundo momento, proponerles de manera adecuada la co- construcción de algunos artefactos que pudiesen exhibir su inventiva en el espacio público.
El primero que conocimos y aceptó trabajar con nosotros fue Rubén Castro, zapatero. Tiene un taller en el que confecciona y repara calzados en la villa Chiloé 2.
Supimos de su oficio, que también ejerció su padre y que aprendió mirándolo, nos mostró las herramientas que ocupa y las que ha diseñado para realizar su trabajo, quisimos comprender las distintas formas que tiene para resolver su trabajo y cómo este se relaciona con su barrio.
Algo similar sucedió con Teobaldo, modelador y confeccionador de figuras de yeso, que a diario coloca las distintas figuras en el antejardín de su casa, vive enfrente de Rubén. Su esposa también trabaja en el mismo oficio, ambos tienen basta experiencia iluminando figuras religiosas.
En una de las visitas le consultamos si conocía la estatua del papa que esta en el parque, ya habíamos reparado en ella en nuestras primeras caminatas, sabíamos que se trataba de la que años antes los vecinos del sector de Pío Nono, de la comuna de Recoleta, habían rechazado su instalación, queríamos saber su opinión respecto a las proporciones de la figura. Resultó que no la conocía, en todo este tiempo nunca había ido al parque, le mostramos una foto y de inmediato sin hacer una pregunta, nos dice que la mano estaba desproporcionada, que era más grande que la cara y aventuró alguna hipótesis que quizás explicaban el asunto.
Su esposa, días después, nos comentó que recordaba que en la inauguración del parque hubo una balacera y que un joven había muerto, entonces cada vez que pasaba por allí asociaba la postura de la mano de la estatua con una pistola.
La Sra. Magdalena, costurera, todos jueves de feria coloca en el antejardín de su casa ubicada en la villa Los Evangelistas, las cortinas, manteles y delantales que confecciona, así los exhibe para el comprador ocasional. Nos cuenta que aprendió su oficio sola, comenzó haciendo bastas a mano, por necesidad, para luego atreverse a usar la máquina que nos comenta aprendió a usarla hechando a perder.
En otra caminata nos encontramos con la Sra. Maribel, ella vende cloro, ceras con tierra de color y otros detergentes, nos mostró su carro y todos los arreglos que le había realizado para dejarlo óptimo para su trabajo.
Entusiasmados con sus resultados y tomando en cuenta que los otros vecinos contactados realizan sus oficios puertas adentro, le propusimos diseñar un nuevo carro, desde cero, uno que le permitiera realizar su trabajo y a la vez exhibir de manera itinerante los artefactos que construirían los otros.
Ya habíamos conocido a un señor que tiene un taller de bicicletas y que decía poder construir cualquier cosa, en ese momento habíamos encontrado un sentido que podía direccionar, de manera colectiva, la segunda fase del proyecto.
Las distintas imágenes que dejaron en nuestras retinas las tres semanas de recorridos y las distintas conversaciones con los vecinos, tanto los involucrados en la residencia como los otros que conocimos en el cotidiano, nos permitió elaborar una serie de propuestas de trabajo o provocaciones para activar el deseo de construir libre y creativamente un asunto que diera cuenta de las particularidades de la producción cultural de esta zona de la RM.
Volvimos a conversar con el señor del taller de bicicletas con la intención de concertar un encuentro con la clorera, y diciendo que no tenía tiempo para realizar el encargo rechazo nuestra propuesta, de inmediato salimos en búsqueda de otro constructor, volvimos a caminar las distintas villas esta vez atentos a detectar cualquier seña que nos metiera de nuevo al juego, así llegamos a una vulcanización en la villa Francisco Coloane. La encontramos cerrada y decidimos preguntar en el almacén de al lado, le contamos que andábamos haciendo y mostrándonos su carro de algodón, que no habíamos visto, nos dice que su suegro los construía, él era el hombre.
Llevábamos tres sesiones de trabajo co- diseñando el nuevo carro y la Sra. Maribel repentinamente decidió no continuar, teníamos al constructor pero habíamos perdido el propósito.
Luego de un par de días conocimos finalmente a don Miguel, resultó ser no solo un constructor de máquinas para fabricar algodón de dulce, sino que también tenía experiencia haciendo máquinas para ferias de diversiones.
Nos mostró su último proyecto, un remolque que ideó y construyó en todos sus detalles para cocinar y vender distintos platos.
Las habilidades mostradas por don Miguel hicieron que liberáramos la construcción del carro de su propósito anterior y le diéramos carta abierta para que diseñara uno que pudiese, simplemente, recorrer Bajos de Mena exhibiendo los trabajos de los otros vecinos.
Don Teobaldo había aceptado el desafío de construir la mano del papa al tamaño correcto y Rubén una estuchera de cuero para cubrir esa misma mano, entonces Don Miguel nos propuso que el carro funcionara como un papa móvil, trasladando la mano del papa protegida en una vitrina y además hacerla girar con un motor y que tuviera luces para mostrarla de noche y finalmente, para asociarla con el territorio, quería pintar algunas escenas en los costados del carro que mostraran lo que pasaba con el desalojo.
Este nuevo dibujo dio las claves para el trabajo de la Sra. Margareth, otra modeladora y restauradora de figuras de yeso y fibra de vidrio, que vive en la Villa Sergio May Colvin, se concretara en la construcción de réplicas de las “naves” en proceso de demolición de la villa Francisco Coloane.
La Sra. Magdalena, que ve complicada su participación hacia el final del proyecto, termina construyendo un juego de cortinas que cubren la vitrina dándole cierta solemnidad al objeto.
Mención especial hacemos en este proceso, para Claudio, almacenero y vendedor de algodones de dulces, su gestión y conversación amable y desinteresada nos permitió acceder a esas conversaciones o historias profundas que el visitante nunca conoce. Su negocio como tantos negocios de barrio aun siguen siendo los grandes articuladores de la vida barrial, provocan el encuentro y la conversación. Detenerse allí a tomar un poco de agua podía derivar en un encuentro con un cazador de liebres, o un cocimiento de unos amigos. Él nos presentó a Cristopher (CRISS) vendedor ambulante y cantante que en un par de días, luego de contarle brevemente lo que hacíamos, él construye la canción que musicaliza el video.
Los días 3, 4 y 5 de enero del 2017 salimos a presentar el trabajo a la comunidad, para ello realizamos tres acciones.
La primera la llamamos “La mano verdadera, de Hans Pozo a JP II”, esta fue una caminata con la NAVE por distintas calles de Bajos de Mena iniciando en la animita de HANS POZO ubicada en la carretera Acceso sur de Santiago y finalizando en el parque Juan Pablo II frente a su estatua. La NAVE fue conducida por Cristopher mientras cantaba la canción de su autoría. A la segunda la llamamos “La nave, chao, conchetumare” recorrido por la Villa Francisco Coloane y entierro de las réplicas de las naves, edificios de tres pisos, con mensajes en su interior, y finalmente la tercera que realizamos en la feria la llamamos “Cantó el gallo y no supo dónde” en esta acción entregamos a los vecinos el cómic que ilustraba en un relato ficción el origen de la mano verdadera.
El sabado 28 de enero nos instalamos en uno de las naves semi- demolidas de la Villa Francisco Coloane y presentamos a sus vecinos el video “Poéticas de Bajos de Mena/ recolección y exhibición de prácticas constructivas”.
La acción fue complmentada con la entrega a los asistentes de una infografía-catálogo que da cuenta de los detalles constructivos de la NAVE (carro hechizo), y el recorrido para su construcción como una manera de difundir lo aprendido. También distribuimos copias del video y como una forma de reconocimiento, una foto enmarcada a cada familia participante del trabajo.
Hubo discursos, choripanes y aplausos.
Nos retiramos del barrio a las 23 hrs.