El día sábado 02 de Septiembre fue un gran día. Participamos junto a mis invitadas y amigas, la actriz María José Jaureguiberry y la artista visual Antonia Isaacson, de la Feria Itinerante Costumbrista de Los Vilos. Se trató de una actividad organizada por Servicio País y la Junta de Vecinos de la Villa Lord Willow. La actividad que diseñamos consistió en un espacio-taller de remolinos de viento construidos con fotografías de hitos de Los Vilos. Esto para provocar una conversación sobre su vida, memoria e identidad local.
Partimos temprano por la mañana llamando a un colectivo para que nos fuera a buscar a la Casa de la Cultura. El desafío era llevar un remolino de al menos 2 x 2 metros, el cual terminó en el techo del auto sujetado por todas a través de la ventana para evitar que saliera volando. Nos fuimos lentamente y logramos llegar sin percances al espacio de la feria, un sitio eriazo ubicado sobre la antigua línea del tren. El ambiente estaba un poco tenso, faltan carpas, mesones y orden en el uso de los espacios, pero lentamente todo se fue tomando forma. Esperamos pacientemente hasta conseguir nuestro espacio, que vale mencionar fue uno privilegiado, al comienzo de la feria, a la vista de todos los visitantes y al costado de una granja con animales de un sector rural de la comuna. La distribución de la feria incluía dos zonas, una para la venta de comida a cargo de los vecinos de la villa con una amplio y rico surtido de comida chilena, y otra zona a la venta de artesanías, a cargo de invitados de toda la ciudad, incluso de otras villas amigas. Durante el día transitó mucha gente, hubo demostraciones de bailes y concursos para niños y niñas, finalizando con una banda juvenil que nos hizo a todos tararear a Los Prisioneros.
Tuvimos mucha suerte con nuestro lugar, los animales atrajeron a los más pequeños, y en consecuencia a los adultos, que poco a poco se sumaron. Un maravilloso ciclo de intereses y curiosidades sin edad. Juntos conversamos sobre el pasado y el presente de la ciudad, compartiendo recuerdos y anécdotas personales a través de las fotos. Después, cada uno escogía una de las imágenes que le evocara alguna emoción o un recuerdo especial de su vida, para escribirlo o dibujarlo al reverso. Paso siguiente, creamos remolinos con esa misma imagen y luego los instalamos donde antiguamente pasaba el tren hacia Salamanca. La imagen era bella, parecían flores de todos los colores movidas por el viento, sin duda un elemento clave de la identidad de la zona. Así, durante el día este campo fue creciendo hasta finalizar la feria, donde cada uno de sus dueños pasaba a buscar sus remolinos y a despedirse de nosotras.
Nuestra actividad fue un éxito, no pararon de participar personas de todas las edades. Nos sorprendió lo rápido que se generaba confianza, y la disposición a contar sus historias más íntimas. Nos llamó la atención como los adultos hablaron de un pasado vileño más familiar, con espacios de recreación y una plaza principal llena de árboles que ya no están. Nos contaron de construcciones emblemáticas que se han deteriorado con el tiempo y que han sido abandonadas. También compartieron bellas historias sobre adolescencia, romances y la bohemia que transcurría en torno al muelle viejo. Nos dimos cuenta de la importancia de seguir trabajando durante la residencia con el rescate de la historia de Los Vilos desde la memoria y como el uso de las fotografías abrió fluidamente el diálogo.
Fue un gran momento en donde niños, familias, amigos y desconocidos compartieron sus recuerdos, nos entretuvimos construyendo remolinos y mirándolos girar.