Martiza Passeron es una mujer de un alto compromiso con el mundo Selk’nam, convive con él y eleva la necesidad de justicia para y por ellos, sentimiento que nos lleva a registrar una última representación. Desde su vereda artística multidisciplinaria, Martiza sueña con que algún día, entre los bosques y la naturaleza, aparezca uno o varios Selk’nam, ojalá haya escapado y refugiado entre los bosques más vírgenes que tiene la isla en la parte sur. Siente cuando transita por los árboles y las ruinas, que este sobreviviente al genocidio la mira desde alguna altura, y a pesar de que ella no lo puede ver, sabe de su presencia como él de la de ella. Esa sensación de una presencia/ausencia, de imaginar y de querer sobre todo su persistencia en este territorio, hacen de esta imagen una significativa manera de dar cierre a este largo proceso de residencia, a esta exploración por los imaginarios, una lucha por la memoria fantástica de un pueblo, que si se piensa únicamente como campamento puede caer fácilmente en el olvido.