Comenzamos esta semana poniéndonos en contactos con Maritza Passeron, una mujer de intenso pasado político y un presente aferrado a la memoria de los grupos indígenas. Con la película más clara que todos nosotros, Martiza nos abre su mundo –sin dejar de trabajar en su pequeño restaurant en Bahía Azul– y nos abunda de imaginarios increíbles sobre los ires y venires del territorio, los errores garrafales sobre la cultura selk’nam, dejando entrever por qué es importante no perder la sensibilidad con los pueblos originarios de los que ahora son nuestros territorios. Lamentablemente, un grupo de 16 turistas que llegaban a comer donde Maritza nos cortó la conversación, y tuvimos que salir rápidamente. Aprovechamos el día y el viaje para pasear por Bahía Azul, Manantiales y Punta Espora y nuevamente se abre la isla hacia parajes esteparios impensables y recónditos.
Hace varias semanas venimos trabajando en una metodología que nos permita acceder a estos territorios a través del punto de vista de la comunidad, y debido a que la frecuencia de trabajo es baja, pensamos en un dispositivo que logre funcionar en sesiones singulares. La operación es simple y se basa en el paisaje sonoro de la isla como principio transportador hacia un pasado o futuro, real o ficticio, lo importante es ejercer el derecho a imaginar. Las primeras en participar fueron un grupo de ex alumnas de la Escuela Cerro Sombrero, quienes después de ingresar a esta “Máquina del tiempo” y compartir sus viajes, coordinamos futuras sesiones para representarlos.