En los dedos de Lidia hemos visto cómo de a poco se ha ido convirtiendo en tejedora. Al comienzo estaba tímida frente al telar, urdiendo silenciosa, anotando atenta cada conocimiento que iba surgiendo en la conversación. Los recuerdos de infancia, las reuniones que hacen en casa de Nancy semana a semana, ha permitido que el grupo pueda ir compartiendo sus saberes sobre las lanas y teñidos, pero trabajar con nimikan les ha permitido ir descubriendo otras técnicas dentro del universo textil. Lo mismo ha generado que nos reunamos en estos encuentros de intercambio de saberes, donde contemplábamos inicialmente 2 sesiones y ya vamos en la cuarta. Lidia hoy trajo su primer trarilonko terminado, todas estaban muy emocionadas de ver cómo quedaría finalmente.
Nancy también tejió bastante, ya los dibujos empezaron a aparecer y con ello, las ganas de tener más tiempo para dedicarnos solo a esto. Pero el que nos estemos reuniendo en el galpón a desayunar y tejer en conjunto es un esfuerzo. Entre todas se apoyan para llegar y para ir avanzando, a las que más le ha costado comprender cómo tejer con ñimikan han tenido que detenerse a observar, mientras Lidia y Nancy se empoderan en su rol de tejedora y generosamente les enseñan a sus compañeras.
Para esto Antonio ha usado una metáfora en el relato que cuenta mientras explica cómo trabajar con ñimikan: son dos abuelos que tejen el color base y sobre estos la nieta va flotando, abriendo paso así al dibujo que pasa y toca la red de abuelos. Cada lof se compone de 3 hebras: dos que son mayores y 1 que dibuja. Así urdimos circular cada lof para luego hacer el tonon y dar paso a tejer.