Nos embarcamos desde Arica en el Bus la Paloma en dirección a Socoroma con gran parte del pueblo, en esta instancia nos reencontramos con un Vecino con el que hoy a la fecha ya hemos construido una relación de mutuo aprendizaje, de aquí en adelante lo llamaremos Vecino X. De unos 60 años de edad aproximadamente y vitalidad quinceañera, quien en nuestra primera llegada al pueblo nos guió corriendo por los cerros.
Durante las 2 horas de viaje nos narró que tres días a la semana viaja desde Arica al poblado de Socoroma exclusivamente a regar una serie de árboles frutales y a recolectar hierbas silvestres que posteriormente comercializa en la ciudad. Nos contó que su proceso de formación y deformación cultural ha sido autodidacta nutriéndose del conocimiento local de los y las antiguas y del flujo de información permanente con turistas y/o académicos que una y otra vez vienen a realizar investigaciones al territorio.
A lo largo del trayecto, en el diálogo con Vecino X reflexionamos acerca del proceso de colonización y evangelización sufrido por el poblado. Nos propone al interior del bus que una vez que lleguemos al pueblo emprendamos un proceso de des-occidentalización a partir del lenguaje, que en suelos y aires socoromeños nos presentemos despojados de toda matriz chilenera.
Una vez en El Alto, descendemos los 4km desde la carretera hacia Socoroma en la cabina de una camioneta atiborrada de materiales de construcción y un grupo de lugareñxs que a la fuerza caben dentro. Vecino X da una señal al conductor pide bajarse expresamente en el cementerio que está a unos 500 metros antes del llegar al pueblo. Desciende velozmente y lo perdimos, entre la polvareda y el ruido del motor nos mueve su mano en lo alto y grita nos vemos pronto.
Una vez que dejamos nuestro equipaje en el alojamiento salimos a buscarlo. Vociferamos su nombre entre los cerros sin recibir respuesta. Luego de un rato lo divisamos recolectando hierbas silvestres que almacenaba en una de sus bolsas. Nos dice Kamisaraki – ¿cómo estás? en aymara – y comienza a relatarnos diversos episodios y experiencias en el pueblo, nos pide expresamente que mantengamos su identidad en secreto. Durante los días posteriores lo acompañamos en el proceso de regadío y recolección de ortiga salvaje de los andes, planta medicinal para aliviar dolores estomacales, entre otros usos.
Consideramos que aquel encuentro nos entregó un amplio repertorio crítico del imaginario local socoromeño. Vecino X fue el primer aliado al que le relatamos en profundidad nuestras ideas para el proyecto de residencia y le pareció tremendamente interesante, aportándonos con datos, referentes y otras ideas para complementar, abriéndose a la posibilidad de ser un colaborador activo del proyecto.
Lo interesante del encuentro con Vecino X es que podemos dialogar de manera directa, sin rodeos, desde un lenguaje más urbano y/o académico, lo que nos permite reflexionar más profundamente en torno a ciertos conceptos y términos de interés mutuo, cuestión que con otrxs vecinxs de la comunidad es más compleja, debiendo atravesar una cantidad de capas culturales para poder mantener un diálogo horizontal. Vecino X ha sistematizado una gran cantidad de conocimiento del territorio y la comunidad, en la relación al mundo andino, colonial y contemporáneo, con una visión crítica y política al respecto de los procesos históricos vivenciados en la región, también cuestionando la historia oficial construida a punta de sangre y censura.
En paralelo, recibimos una invitación al lanzamiento de la pagina web www.arterupestre.cl que se realizó en la Universidad de Tarapacá. Invitamos a Vecino X y asistimos junto a él a dicha instancia. Estas experiencias han fortalecido los lazos y la confianza, pudiendo conocer a otros actores de la comunidad radicados en Arica.