BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Alturas tomadas: quebradas y construcciones Valparaíso - Toma Violeta Parra, Valparaíso - 2017 Residente: Migrar Photo
Publicado: 4 de enero de 2018
Creando máscaras

De izquierda a derecha: Cris, Mati, Basti y Pancho.

Además de tener en común al Wanderers (casi todos), la máscara de ninja y la edad, prácticamente ellos y todos los niños de la Toma Violeta Parra han nacido entre quebradas, despertando con clima de invierno y cuidando el agua, tomando once con vista al mar y sin poder ir a la escuela cuando llueve. En el taller a cargo de la Ely, vecina de Villa Hermosa, la misión era fabricar una máscara o careta con materiales reciclados con el fin de estrenarlas en el 2do Carnaval Violeta Parra a realizarse en unos días más. Así es como la Ely, y la Nico, vecina de Villa Hermosa también, y en colaboración con Migrar, realizaron este taller creativo en 3 sesiones, culminando con la participación de 6 niños en la última jornada. La máscara consistía en forrar un globo inflado con papel de diario y cola fría, dejar secar y posteriormente cortar, pintar y decorar la careta libremente. A modo de manada, los niños decidieron que querían máscaras de ninjas para jugar. Mientras la Nico y la Ely se preocupaban de ayudar a los niños con la pintura, pegamentos y materiales más complicados, aparte de alimentarlos y estar atentas de que se respeten y no peleen, el José que había estado muy desmotivado en un principio, encontró en el diseño de espadas y escudos con cartón, su rol para el taller. Así fue como todos llegaban a él para que les hicieran espadas y escudos, a lo cual el José ya empoderado de su rol, accedía feliz y responsablemente. Entremedio el Diego les sacaba fotos e iba cooperando en lo que se necesitara, como hacer espadas, por ejemplo. Al fondo, y silenciosamente, la Emi diseñó la máscara más pintoresca y creativa de todas, no sin el apoyo de la Nico, madre de Cris. El taller había sido todo un éxito. Cuando ya ni se secaban las máscaras, los niños ya la tenían puesta con su elástico, bien firmes, para una batalla entre amigos. Cuando el último niño terminó su máscara, y antes que alguien la estropeara o tuviera que irse a su casa, salimos a la calle para exhibir sus nuevas creaciones frente a la cámara. Los Power Ranger quedaron chicos al lado de esta tropa de guerreros.

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