Hay quienes nos indignamos cuando nos enfrentamos a una realidad como la de este territorio, un lugar donde la industria realiza su acción, trasgrediendo derechos esenciales, relacionados con el hábitat, el patrimonio, la identidad –entre muchos otros–. Hay quienes prefieren hacer oídos sordos. Hay quienes poseen una visión crítica, que prefieren guardar para no generar debate. Otros valoran la aparición de ese debate. También hay quienes actúan indiferentes, otros desde el desconocimiento, otros desde la confusión.
¿Cómo ven esta problemática los jóvenes?
Es imposible hablar del río –inicialmente, el elemento central de nuestra plataforma–, sin relacionarlo con el entorno y la acción de la industria forestal, pues ya es más que conocido el impacto que esta industria puede tener en el ecosistema. En el desarrollo de este proceso, he percibido que hablar de este tema con los jóvenes al igual que en el contexto general, determina diversas manifestaciones. A algunos/as les pareció que el proyecto olía a protesta y es que, en estos contextos y con frecuencia, la denuncia se apodera del arte. Otros/as lograron captar que reflexionar y criticar, no necesariamente se va a expresar mediante una marcha o pancartas. En este contexto, una vez que va finalizando el año escolar, van quedándose en el proceso, quienes se interesaron en ese ejercicio de repensar el entorno.
Percibo algunas visiones bastante críticas en el grupo respecto a la acción de la industria forestal. Por el contrario, hablar sobre esto a algunos les incomoda, y claro ¿cómo no incomodarse cuando ponen en cuestión la fuente de trabajo de tu padre/madre/tío/primo/etc.? Tal como existen personas que trabajan directamente para las forestales, también hay quienes lo hacen de manera indirecta, entregando servicios de hospedaje, comidas, confección de uniformes, traslados, etc. Lo cierto es que, la mayoría de las y los curanilahuinas/os, están relacionados de alguna u otra manera con las “posibilidades” que ofrece este sector económico. Hablar de forestales, es hablar de actualidad y pareciera que a veces, es mejor callar, “no morder la mano que te da de comer”, como me dijeron por ahí.
Esto es una panorámica respecto a lo que hemos hecho en los últimos días. Conversar y tratar de entender, pues más allá de la interacción más evidente con las forestales, existe un contexto macro que abarca múltiples dimensiones, el que alberga el porqué de esta situación, su expresión y del que quizá también, deberíamos aprender.
Complementariamente, Belén comentó que a los jóvenes no les interesa el tema, porque es una generación que saldrá del territorio y que, en pocas instancias regresa –¿Cómo no trabajar con este grupo entonces? –.
Por el retiro y entrega de equipos arrendados para la salida al río, fui a Concepción. En el camino se percibió el asqueroso olor de la celulosa. Don José –el chofer del auto– comentó “va a llover mañana”, y me explicó que, tal como se conoce popularmente, cuando corre el viento norte es porque lluvia trae. Me pregunto cuál es el aroma que tendría ese viento norte, si la celulosa no estuviera impactando de tal manera en el habitar. Algo huele mal y no es el ejercicio de repensar el entorno.