Son las una y treinta de la tarde y vamos a imprimir algunas imágenes con las que estamos trabajando a Santa Cruz, desde allí estamos a unos quince minutos en vehículo a Nenquén. Este es el centro donde casi todas las comunas aledañas que son más pequeñas se abastecen de insumos y servicio. Aprovechamos de almorzar, dado que hasta las tres de la tarde no habrá nada abierto más que los lugares de comida y uno que otro supermercado. Acá el día se detiene por casi dos horas.
Más tarde tomamos las bicicletas, vamos camino a Nenquén a trabajar en la junta de vecinos, paramos en el puente “Los Maquis” donde antiguamente pasaba el tren con ruta a Pichilemu. El puente está desde 1893, una estructura con remaches, pernos y vigas de fierro. Frecuentemente aparece en relatos de vecinos de Nenquén, es realmente impresionante, tomamos fotos, caminamos por él. Seguimos camino y nos encontramos con Margarita, una vecina que llega de su trabajo y conversamos por largo tiempo. Aún no podemos llegar a la sede, pero las conversaciones espontáneas a veces son las mejores, pues nos hacen sentir parte de la comunidad. Seguimos a la casa de Jessica para pedir las llaves de la sede, nos ponemos a conversar, acaba de llegar su hija desde Talca donde terminó su primer año universitario, ella tiene muchas ganas de participar con nosotros y entonces nos quedamos a la once, que amablemente nos invita.
Este día nunca llegamos a la sede, nos tuvimos que detener, salir del itinerario, de apoco nos habituamos al paisaje, y al parecer el paisaje a nosotros. De a poco somos parte de este mundo, creo que a medida que comprendemos la dinámica del día a día en el campo, los tiempos, los ritmos son otros, los procesos son más largos, a veces lentos, esto choca permanente con mi crianza capitalina, siempre apurado, atrasado, con todo a la mano, todo tiene que pasar en velocidad, pero acá no, simplemente no es así, parece un ejercicio de contemplación donde somos obligados a observar, a repensar lo que observamos, el puente, la gente, el camino junto a las gratas conversaciones que se alargan al paso.