Sábado 7 de octubre, Putú despierta nublado. El grupo se inquieta al pensar que el clima podría interferir la llegada de los vecinos/as a la Plaza. Habíamos estado invitando a la comunidad durante toda la semana a reunirse para reciclar telas y transformarlas en distintas ideas. Se trataba de una gran junta, con aires de diferentes tiempos -memorias nuevas y antiguas- que esperábamos pudieran llegar. Así partió el día y alrededor de las 11:00 de la mañana, entre nubes espesas, nos visitó un buen presagio, era Don Pedro, poeta del pueblo y amigo del barrio, caballero de buen genio pero de ideas fijas que le gusta mucho conversar. Su llegada nos hizo olvidar el susto para embarcarnos en una caminata con él. El objetivo final sería llegar hasta el altar construido por los vecinos “Del Cristo Rey”. Conocer este santuario era una deuda pendiente que teníamos hace tiempo con el pueblo y sobre todo con quienes habían trabajado en su construcción.
La primera parada, con algo de intención, fue la casa de Don Gilberto, otro putugano poeta y declamador, a quien ya habíamos podido conocer en nuestros encuentros de memoria. Conversamos largo rato en la entrada de su casa observando todo aquello que en algún tiempo existió en su calle. Nos inspiró a seguir el camino, en donde entre otras cosas, pudimos reconocer la casa del doctor Guijón, personaje clave en los testimonios de la muerte del presidente Allende, por haber permanecido junto a éste último en la Moneda el día del golpe militar. Hoy en día, su memoria se pierde por días y meses, a veces vuelve dicen. Esperamos encontrarlo para saludarlo y estrechar sus manos. Un poco más allá, y también asomado en la entrada de su casa, conocimos al hermano de Otilia González, “la Tilita”, cantora y folclorista, tesoro humano de Putú… Los detalles de estos cruces serán parte de la colección de nuestro Museo.
La llegada al lugar no estuvo exenta de obstáculos, entre pequeñas quebradas y alambres de púa, finalmente arribamos “al Cristo”. Nos sentamos a observar, don Pedro completaba el paisaje con sus relatos, no solo con historias del lugar, también instruyendonos sobre las propiedades de tubérculos y arbustos que, hasta el día de hoy, forman parte del botiquín herbario de la gente de Putú. De vuelta a casa, con nuestros cuerpos templados, ya no éramos los mismos y la plaza nos esperaba serena para el encuentro.