Para subir al Salto Cerro hay que caminar bastante, no existe locomoción, a veces con suerte pasa un vehículo y te lleva a dedo. Nos dirigimos hacia allá para conocer a la señora Digna, en el mapeo y en el resto de las reuniones se le ha identificado como una de las pobladoras más antiguas y además es reconocida por su habilidad con el telar.
Al llegar arriba y encontrarnos con Digna y su hija Lucía, nos comentan que van a rezar, decidimos esperarlas y aprovechar de observar la situación. Cada tarde de noviembre a las 19.30 horas se junta un grupo de mujeres a rezar conmemorando el mes de María. En medio del cerro, alejadas de la iglesia del Salto, realizan su oración frente a un árbol de boldo florecido, el que nos cuentan “fue bendecido por un curita hace años atrás”. Nos invitan a sentarnos y acompañarlas en sus oraciones, como no somos creyentes, agradecemos la invitación y nos quedamos observando un poco más atrás. El sol comienza a desaparecer entre los cerros, el ambiente se baña de tonos rojizos mientras resuenan a coro las voces de las feligresas entonando reiteradamente un “santa María de la esperanza mantén el ritmo de nuestra espera”.
Al concluir la oración nos acercamos a saludar, varias de las mujeres que ahí estaban han estado colaborando con el proyecto de distintas formas. Lucía, hija de Digna, es parte de la agrupación Las Socias y también esta participando del proyecto. Algo le había comentado a su madre, así es que al presentarnos ya sabía quienes éramos. Nos habían advertido que Digna era reacia a hablar de su pasado, pero al comentarle que en las reuniones la han nombrado más de una vez como alguien imprescindible en este recuento de la historia del Salto, su rostro se iluminó, pudiendo distinguir en el brillo de sus ojos un gesto de agradecimiento y felicidad, e inmediatamente nos invitó a su casa. Al llegar sacó el huso con el que hasta hace un tiempo hilaba la lana, nos contó que ya no lo utiliza más ya que un fuerte dolor en las manos no se lo permite. También nos mostró algunos de los trabajos que conserva, nos contó que ya no realiza tejidos a telar por que se lo rompieron, y que además su trabajo ya no es valorado, que nadie invierte ya en lanas. Hablamos un buen rato sobre la vida, sobre su llegada al Salto desde la costa, quedamos en volver en unos días más para continuar conociéndola.