Lunes feriado, martes con cara de lunes. Comencé con la misión de contactarme con jóvenes para realizar la invitación al proyecto de esta Residencia. Estuve en la Oficina de Organizaciones Comunitarias del Municipio, pero allí me dijeron que lo mas recomendable era comunicarme con la Casa de la Juventud, pero que ese día no estaban, así que debía visitarlos al día siguiente.
En la tarde fui al encuentro acordado el día viernes pasado, con el Coordinador de la Escuela artística del Liceo Polivalente Mariano Latorre. Rubén —pintor—me recibe saliendo del Auditorio, pues están en una charla que pronto finalizará, así que espero en la sala de Pintura. Tuve el tiempo suficiente para recorrerla, contemplar algunos trabajos, observar materiales, herramientas y pensar en lo genial que hubiese sido tener este tipo de estímulos cuando cursaba la enseñanza media. Comenzamos la conversación, pero la verdad es yo no sabía por dónde partir, pues hay muchas cosas que han sido parte del proceso. Le comento que estuve aquí en julio y que no los encontré, por las vacaciones de invierno. Se sorprende al saber que fueron parte de la convocatoria 2018 que se lanzó a comienzo de año, pues el Espacio Cultural designado para esta Residencia fue el Auditorio Mariano Latorre, parte del establecimiento.
Ya conversando sobre el proyecto en concreto, parecía muy entusiasmado con la idea de generar espacios de diálogo para los estudiantes, y la temática que propone el proyecto, parecía entusiasmarle aún mas. Comentó sobre lo normalizado que se encuentran las acciones de la industria en Curanilahue y la necesidad de espacios de reflexión crítica en los jóvenes. Quedamos en que le enviaría el proyecto por correo y que al otro día podría reunirme con los demás profesores de la Escuela artística.
El miércoles en la mañana me encontré con ellos. Profesores de danza, teatro, música y pintura. A medida que les fui contando del proyecto, se desvanecía ese signo de interrogación que tenían sus rostros al momento en que entré a la sala. Sus comentarios fueron positivos y afloraron las ganas de participar.
Corriendo fui a la Casa de la juventud, pero no alcancé a encontrar al encargado. De todos modos, me atendió su secretaria, quien, a pesar de su gran disposición y amabilidad, no pudo encontrar datos de organizaciones juveniles. Aún así, me comentó que en Secretaría del Municipio tenían un catastro de todas las organizaciones presentes en la comuna, así que para allá partí. Quien me atendió, mientras buscada en el catastro, me comentó que las organizaciones de jóvenes como tal, no existen en Curanilahue y que en general, los Clubes deportivos agregaban la palabra “juvenil” para ampliar la gama de beneficios a los que acceder. Era algo que me esperaba, es algo que ya he observado en otros lugares, pero aún así había que intentarlo.
Ayer jueves, volví al liceo, esta vez Rubén me comentó que podía desarrollar el proyecto con el Tercero medio que participa en su clase de pintura, que los contenidos se relacionaban, la metodología le parecía adecuada y que los objetivos eran pertinentes a lo que él veía, necesitaban sus estudiantes. Yo quedé muy contenta con esta respuesta.
Para finalizar la semana hábil, hoy me reuní con seis vecinos de Chillancito. La señora Ruth me comentó que hubo confirmación de otros vecinos, pero que quizá lo olvidaron, y que, de los integrantes más jóvenes, no tuvo respuesta. Conversamos en general más que otra cosa, aproveché la oportunidad de conocerlos y de indagar en su visión respecto a la tensión en la que busca reflexionar esta residencia.