BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Germina Digna Rosa Centro Cultural Violeta Parra - Cerro Navia, Región Metropolitana - 2018 Residente: Paula Salas Mella
Publicado: 11 de enero de 2019
El mural ya es de les niñes

Ya estamos avanzando en el mural de la Digna Rosa. Bastó con armar la primera línea de baldosas ya pintadas para darnos cuenta de algunas medidas a tomar: es necesario indicar bien la dirección y sentido del azulejo en relación a toda la imagen del mural, hay  que establecer de forma clara qué colores van al fondo en cada sector y que es necesario hacer algunas ‘ediciones’ de los azulejos para que la imagen total fuera coherente, intentando respetar las intenciones iniciales de les niñes para el mural. Todos estos son los aprendizajes que vamos obteniendo con la práctica y con la experiencia de trabajar con niñes en un proyecto de este tipo. Por eso mismo, el taller ha sido un poco construido en la marcha entre todas las partes, Bea y Sergio, nosotras y por supuesto, les niñes.

Como el calor ha ido aumentando notablemente y ya que nos decidimos por agregar otro día de ‘taller’ con les niñes, comenzamos a trabajar en unas mesas en el exterior, bajo unos árboles grandes. Corre más viento y es más agradable, además permite que les niñes que se inquietan puedan correr un poco y soltar energía para reincorporarse a las actividades. A pesar del calor, han continuado asistiendo entre 8 y 9 niñes de forma regular.

Con el pasar de las semanas hemos podido entender la dinámica y lógica del mural. Hemos aprendido que al sacar un azulejo para pintar es necesario buscar en el mapa de la imagen (también cuadriculada y con colores) a qué azulejo corresponde, si es por ejemplo, un pedazo del techo de la casa, o si era parte del pasto, o del río,  e identificar el color de fondo necesario para que elles agreguen sus propios elementos. Sucedió que algunas personas les gustó la lógica de ir completando la imagen a modo de puzzle, más que dedicarle mucho tiempo a una baldosa, entonces los roles fueron variando a lo largo de las jornadas. Lo interesante fue que algunas niñas, en particular Bárbara y Angélica, se tomaron en serio el trabajo y ellas mismas comenzaron a organizar al resto de los niños, a ver cuáles baldosas faltaban, y a asignar a quienes no estaban pintando. Es bueno saber que se sienten involucradas  y que el completar el mural ya no es sólo anhelo nuestro. Y no es sólo el trabajo del mural del cual se han apropiado: como nos ven hacer ciertas tareas siempre, comenzaron ellas a tomar algunos roles como pasar la lista y sacar fotos, convirtiéndonos nosotras en las retratadas.

Nos hemos dado cuenta que aunque hay muchos niñes que disfrutan del pintar, la técnica resulta más llamativa para las mujeres, sobre todo, entre 11 y 13 años. Esto es algo que no habíamos previsto pero que tampoco nos causa mayor problema. Está bien que continúen quienes realmente lo desean y ven el sentido del proyecto, y aunque sea a través de participaciones esporádicas, los y las pequeñas igual han podido pintar a su manera baldosas que sí serán incorporadas, dándole cierta libertad a la imagen. La diversidad de estilos, de subjetividades se nota. Hay quienes en un taller trabajan solo en una baldosa, como nuestro querido Alex, y hay quienes producen en cadena como las hermanas Campos. Lo bueno es que el formato del mural permite todos estos matices.

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