Llegaron los retratos impresos de Santiago, estábamos en pleno proceso de edición del libro, durmiendo poco, peleando otro poco.
Compramos los cuadros, acomodamos todo y los subimos a la toma.
Con la edición del libro teníamos los tiempos muy justos por lo que una mañana con el Juan nos quedamos entregando la mayoría de los retratos, nos dividimos, él se fue por Violeta Parra y yo por Vista Hermosa.
Mientras entregaba algunos cuadros, una pregunta que se repitió harto fue ¿Cuánto sale todo? Era chistosa la pregunta y cuando le decíamos que era un regalo de nuestra parte, quedaban muy felices.
El primer retrato que entregué fue a la familia de la Nicole, quedaron muy felices con su foto, al tiro lo colocaron en la casa, para decorar su hogar. Así seguimos entregando los cuadros en diferentes casas, en todas la recepción era la mejor. Contentos con tener una fotografía en familia. Algunas familias tenían la casa llena de fotos y para otras era la primera foto que adornaba sus paredes.
Ver la cara de felicidad de las familias cuando veían por primera vez el cuadro es algo que siempre tendré en el recuerdo.
Una de las cosas que me marcó en esta entrega fue una frase que me dijo la Celinda y es algo que queríamos lograr:
“Esta es la primera vez que nos tomábamos una foto familiar nunca nos habíamos dado el tiempo, es bonita tenerla impresa”
Eric.