Don Hernán es constructor, igual que sus hijos, su padre fue herrero, igual que su abuelo, su tío y algunos de sus primos, que todavía trabajan en un hermoso taller en Putú. El hombre ha construido algunas casas de adobe en el pueblo, y últimamente también algunas fuera de la región, ya como pedidos especiales de algunos arquitectos algo sofisticados, que le toman valor a las técnicas antiguas y podrían aportar a mantener un oficio casi perdido, del que sabe mucho don Hernán, pero que no conocerán sus hijos, hábiles en la madera. Este pueblo, como gran parte del Maule, es un ejemplo triste de la ruina del adobe, puesto de rodillas o tumbado por la humedad, las polillas, los terremotos y las toneladas de tejas que soportaba. Para él, las casas de adobe de Putú se derrumbaron por la humedad del terreno, a pesar de que acá se usan las lajas de esquisto como cimientos y en gran parte de las bases de los muros.
Además de la tradición del adobe, lo visitamos porque don Hernán nos habló de unas piedras que quería donar al museo comunitario. Como a todo constructor, a veces le toca escarbar en el suelo antes de construir, y en una de esas fundaciones, mientras trabajaban para la planta de tratamiento de aguas de Putú, encontró algunos huesos y unas piedras singulares, que resultaron ser piedras horadadas de factura indígena. Sin saber bien qué hacer con ellas, decidió guardarlas, ya que al parecer la empresa no avisó a las autoridades y no tomó las medidas para su conservación y estudio. Esperamos aportar para aumentar el conocimiento sobre los primeros y antiguos putuganos, los indígenas, los mestizos, los constructores…