Aprovechando estos días sin clases en el Liceo —lunes y martes por PSU, jueves y viernes por Licenciaturas—,habíamos agendado la visita a la ferretería para el día martes, pues evaluaríamos los materiales a utilizar. Quedamos en juntarnos en el Liceo a las 15.00 pm., pero llegué un poco antes para preparar las cosas. Me encontré con el profe Rubén, quien me contó que le habían escrito un correo en la mañana, para confirmar la actividad. Sin embargo, siendo las 16.15 pm, me retiré del liceo, pues nadie llegó —ni tampoco avisó—.
Quizás fue la cantidad de pruebas y trabajos que caracteriza este momento del año escolar o quizás, el fin de semana largo —sábado, domingo, lunes, martes—, no quiso ser interrumpido. Quizás no quedó tan claro como pensé, el día, hora y lugar. En fin, podrían ser estas o cualquier otra razón. El punto es que, me di cuenta de que necesitamos un canal de comunicación más directo, al mismo tiempo de que, confirmé la necesidad de generar una estrategia para que nuestro trabajo traspase los muros de este espacio pedagógico, ya que este, acelera los tiempos y limita los encuentros.
Un tema aparte es la puñalada al espíritu que se genera cuando nadie llega a la actividad, sobre todo si estaba previamente acordada. Me vine caminando y pensando en que, las personas ni se imaginan todo lo que hay detrás de un proyecto como los que se desarrollan en las residencias, aunque también pensé en que quizás, no tendrían por qué enterarse. Me acordé del año pasado, cuando en la residencia en San Marcos ocurrió lo mismo. Esa vez la puñalada fue más profunda, quizás el espíritu ya va entendiendo que este tipo de situaciones, son parte del proceso.
Esta “pausa”, la he aprovechado para darle una vuelta a la estrategia e imaginarme las soluciones que se pueden plantear ante el proceso que continúa, aunque nada concreto, solo ideas para hacerlo más acorde al contexto. Aún queda tiempo y fue precisamente por esta posibilidad de prueba y error, que decidí alargar mi estadía, respecto al tiempo mínimo que pide la convocatoria de las residencias, —todo con más calma esta vez—. Aproveché también de comprar los materiales, pues como no fuimos a la ferretería en el día libre, se vuelve más difícil coordinarlo —por ahora—. Tomé las medidas que habíamos acordado y realicé unas pruebas. Creo que, si alguien me hubiese visto tratando de levantar un cubo con los tubos, sumando la inexperiencia con el arco sierra, mínimo, una carcajada hubiese nacido.