Esta semana nos acompañan Florencia y Paloma, dos artistas colaboradoras de la residencia. Las invitamos a conocer al grupo de las plantas medicinales, que como cada tarde de lunes se reúnen a trabajar y compartir la once. Al llegar nos mostraron la parte del patio que están acomodando para instalar la nueva sede, conversamos sobre las plantas más representativas de la zona y las representamos a través de dibujos, donde surgieron nombres de algunas que no aparecen en el libro oficial entregado por la posta.
Una de las que nos llamó mas la atención fue el Vinagrillo, planta que crece en las quebradas secas de los cerros que rodean El Salto, y que sus ancestras la utilizaban para bajar la fiebre. Con nostalgia la recuerdan, no la utilizan hace años ya que los caminos y accesos a los cerros no son los de antes, tampoco las fuerzas físicas. El Vinagrillo nos condujo a memorias y recuerdos del pasado, cuando en el fundo El Salto se trabajaba de sol a sol. Todos los padres cumplían una función dentro de él, había unos que se desempeñaban como jardineros, mozos, otros vaqueros. Las jornadas tan extensas no les daba tiempo para ver a los hijos, solo algunos domingos. Los niños también eran incorporados desde pequeños a las faenas agrícolas, muchos como “pajareros” (niños espanta pájaros). Recuerdan como el Vinagrillo estaba presente en aquellos días, aliviando dolores.