BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Recolectores de memoria Lota, Biobío - 2018 Residente: Alvaro Pavez Cataldo
Publicado: 20 de noviembre de 2018
Encuentro entre mujeres notables

Continuamos con el diálogo comunitario, conversando, compartiendo, habitando, las mujeres como centro, como presente, luchadoras, madres, hijas , abuelas, así se presentaron, así se conocieron las vecinas, “lugeras”, “chinchoreras” y dirigentes sociales, Sandra Carrillo Contreras y Cristina Bustos Contreras, con nuestras compañeras Sujey Vergara Echeverría integrante del Colectivo Chasky, y Jessica Menares Campos del Taller Arte Escénico de La Ligua.

Así compartieron saberes y labores, algunas extintas por el cierre de las minas de carbón, otras pronto a desaparecer por la contaminación de las aguas en su sector y por las nuevas leyes impuestas entorno al borde costero.

Paisajes en extinción, memorias en extinción, escribió alguien en referencia al trabajo realizado con nuestro Colectivo  Chasky, con quienes buscamos destacar desde la propia experiencia el hecho de reconocer en el otro, formas similares de vivir. La provincia de Petorca, lugar donde tenemos nuestras raíces, también es otro territorio donde existe la explotación indiscriminada de recursos naturales, también existieron minas que fueron cerradas y hoy somos comunidades en sequía extrema a causa del uso y robo indiscriminado de las aguas a través de las napas subterráneas de los causes de los ríos.

Sujey Vergara Echeverría, integrante del Colectivo Chasky, relata: “Nuestros rostros se llenan de alegría al escuchar aquellos relatos de mujeres que fueron parte de la lucha por sobrevivir ante la pobreza económica, mujeres enérgicas, astutas, observadoras, que escogieron actos que regocijaban su presente a través de la convivencia entre mar, manos, oleaje, piernas heladas, luga, arena, sal, risas, más mujeres, carbón, chinchorro, sol, frío, más mujeres.

Actos que surgen con las ganas del querer aportar, ser parte de aquel territorio observando con estrategia, cariño y respeto; porque no es cosa de llegar y meterse al mar con un chinchorro en la mano, es tener la energía, pedir permiso a esa gran extensión de agua que danzará con vuestros cuerpos todas las mañanas, todas las tardes; y en el anochecer un corazón contento por la belleza de estar viva”.

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