La ambición funciona como un impulso para el ser humano. Un deseo que nos puede llevar a conseguir nuestros propósitos. El problema surge cuando esos propósitos pasan a llevar a otros seres humanos –o por lo menos, a esto hemos llegado–.
Ya veníamos pensando en representar este concepto, mediante una fuente de los deseos –recipiente con agua que contenga monedas en el fondo–, desde que Gaby la propuso. De esta manera, la persona que se enfrente a este espacio, podría experimentar la ambición desde dos puntos. El primero, desde aquella fantasía con la que lanzamos una moneda esperando que se cumpla lo que deseamos, lo que ambicionamos. El segundo, desde la tentación de tomar una moneda, aprovechando la privacidad que ofrecerá el espacio.
Nos propusimos crear aquella fuente de los deseos. En el intento de su construcción, hemos probado con botellas plásticas –con y sin agua–, recipiente de vidrio, un cajón de frutas, tubos de PVC, una fuente plástica, ocupamos silicona, pegamento de PVC, pegote, entre otros. Nos conseguimos cosas, compramos otras. Pensamos y re pensamos. Costó, pero está naciendo.