Como casi todos los días, me tocó bajar al plan para realizar un par de compras y hacer trámites. Era mas o menos de tarde ya, tipo 6 pm y el sol pegaba de manera muy cálida. El paisaje se veía más brillante y las hojas de los árboles más coloridas. Entonces empezé a fotografiar todo a mi alrededor para enviarle fotos a una tía que le gusta mucho el campo. En el acto de estar con cámara en las manos observando mi alrededor, vuelvo a sorprenderme con las cosas que ya conocía. Los perros en la calle, las fachadas, las flores, los niños, y el mar. Casi llegando al camino de cemento me encuentro a una niña jugando con su caballo. Si, su caballo, porque acá arriba en la toma hasta las mascotas son diversas. Montaba su compañero y corría de arriba hacia abajo con mucha fuerza galopando. Pareciera que se hubiera criado con el caballo, pues corría cual jinete de hipódromo. Mientras seguía avanzando y fotografiando, una vecina llamaba a su perro “Kiwi” que al parecer lo habían atropellado pues tenía una patita coja. El perro no se quería acercar a su dueña y se alejaba cada vez más mientras cojeaba. Al mismo tiempo la niña y su caballo seguían jugando, y al darse cuenta de que yo fotografiaba volvía a pasar por al lado mío para llamar mi atención. Ya iba un poco atrasado asi que atiné a seguir bajando para alcanzar el colectivo, pero la próxima vez me acercaré para conocer a la futura jinete del barrio.