Luego de varios obstáculos y retrasos que no teníamos contemplados, llegamos a vivir a nuestro nuevo hogar, la Casa Migrar, como la apodamos al imaginarla en nuestras conversaciones de grupo. Ese imaginario, hoy se vuelve tangible con la ritualística primera foto de grupo en el frontis de la casa. A Eric le quedaban pocos tiros en su cámara análoga de bolsillo y aprovechamos de retratar de manera oficial aquel primer encuentro con nuestra guarida.
Improvisar un trípode, buscar el ángulo correcto, contorsionarse para poder encuadrar y salir corriendo para poder posar. El Juan se había hecho cargo de abrir el ciclo sin darse cuenta. Esa es la primera foto, la manera improvisada, pero siempre bien resuelta forma de enfrentar una situación. Hacerse un autorretrato no es fácil, menos el primero, pero la experiencia nos hace sobrellevar estas situaciones de manera rápida y concreta, sobre todo cuando te están esperando con maletas en el cerro que aún falta por subir.
En 90 días más espero escribir sobre la última foto, la que es bisagra y puerta a la vez de nuevos proyectos y de una nueva Casa Migrar que nos espera en algún rincón del mundo.