Se termina la experiencia. Una última actividad en la que encontrarse, ya sin pensar en lo que venía, disfrutando de lo que fue y agradeciendo a los vecinos.
Hizo un viento fuerte, pero eso no impidió que resultara un gran día. Llegaron casi 40 personas, algunas de afuera de la toma y el resto vecinos. También familia y amigos. A través de la música fuimos adentrando al momento de presentación final. Ahí cuando ya comenzó a entrar la noche Gyan y Ángel hicieron lo que llevaban ensayando unos días. Una presentación de guitarra y sintetizadores improvisadas y mezclándose con las imágenes proyectadas en las tablas de la primera exposición que hicimos en el espacio.
Viendo las caras de la gente mientras miraba las fotos, comprendí la importancia de lo que hicimos. Lo reafirmé hablando con ellos después, cuando me contaron que estaban orgullosos de vivir en la Toma, de lo que significaba. El retrato, las postales, el calendario y el libro eran una muestra física de lo que viven a diario.