… sentarnos a conversar, con sinceridad.
Ayer me reuní con Rubén, el profesor del curso de pintura. Entre los varios temas que abordó nuestra conversación, creo que el principal fue la necesidad de escuchar a las y los jóvenes participantes del proceso que hemos desarrollado hasta aquí. Así es que esto determinó lo que hicimos en el encuentro de hoy.
A ellas/os les cuesta comenzar, pero cuando una/o se atreve, la conversación comienza a fluir. Esta vez fue Simone quien se atrevió a tomar la palabra para expresar su sensación, “todo está quedando a medias”. Desde allí se comenzó hoy, mirando hacia el comienzo de este proceso y entender por qué algunos teníamos esta sensación.
Siguiendo el curso natural de la conversación, nació el ejercicio de mirar al futuro, pensando en su estadía temporal o permanente fuera de este territorio, pues ellas/os tienen muy claro que su salida es obligatoria si quisieran continuar sus estudios, “expandir sus fronteras”o “superarse”, como dijeron. Esto les llevó a preguntarse cómo darían a conocer Curanilahue, y a partir de ahí, navegamos por la historia, identidad, entorno, cotidiano, aunque sin utilizar estos términos tan “formales”, Halloween, Santiago, la percepción que se tiene respecto a la zona sur, estereotipos, entre muchas otras cosas.
Como el elemento río ya había salido con fuerza en la cartografía, parecía pertinente indagar en la percepción que las/os jóvenes tienen en torno a este, y quien mejor que un artista curanilahuino para instaurar el diálogo. Le pedí a Rubén que nos compartiera parte del proceso creativo que está desarrollando desde un proyecto personal, el cual se relaciona directamente. En esta acción había además una intención adicional, invitarlo a sumarse al proyecto desde la perspectiva de artista y que, la perspectiva de docente, quedara en segundo plano, por todo lo que hemos conversado sobre la relación estudiante-profesor. Rubén indagó en su proceso luchando contra esas supersticiones que le impiden revelarlo antes de que todo esté listo, así que lo hizo de una manera muy generosa. Desde aquí el diálogo siguió el cauce del río, la relación de Curanilahue con este, las historias antiguas que se conocen al respecto, su condición de esencia del lugar, lo que finalmente determinó que se convirtiera en el tema central de lo que realizaremos.
Hoy también hablamos sobre la inquietud que existe en las/os jóvenes respecto a la visibilización que tienen las obras realizadas en las clases de pintura, en comparación con los resultados de las clases de teatro, danza o música —las otras disciplinas que se desarrollan en la escuela artística—. Llegamos al consenso de que, cuando una obra implica escenario, la relación que se genera con el espectador es muy distinta a la que se genera en una exposición de pintura convencional (el medio que generalmente se utiliza para exponer estas obras en la escuela), así es que la acción u obra que realicemos, debería permitirnos traspasar las fronteras tradicionales. Así, llegamos a la idea de generar una plataforma sensorial y portátil, conformada con diversos recursos y donde exista espacio para que, quienes quieran aportar, lo hagan desde la comodidad de su saber, el dibujo, la pintura, la figura humana y la tecnología.