Nuestros colaboradores han sido de gran ayuda e inspiración para el proyecto. Un día que teníamos taller en la Digna Rosa nos reunimos temprano en la casa escuela para sacar algunos pigmentos y materiales, junto con ordenar detalles del mural de la casa escuela. El día anterior, jueves, Beatriz nos había contado que como estaban preparando un carnaval de muñecos gigantes construidos por vecinos, era probable que no fueran muchos niñes al taller, ya que la mayoría (les niñes de El Clan) iban a participar en el carnaval el viernes.
Llegamos justo a la hora de almuerzo y a la entrada habían armado una gran mesa larga donde estaban todes quienes estaban organizando el carnaval que comenzaría en unas horas más, sentados comiendo tallarines con salsa. Apenas nos vieron, nos ofrecieron almuerzo y nos invitaron a sentarnos, incorporando otra mesa para que cupiéramos. En la mesa estaba el profesor que estaba haciendo lo de las marionetas, nuestros amigos de la casa escuela como Nino, Claudio y más chiquillos con quienes usualmente compartimos los jueves, y además vecinos y vecinas de edades muy diversas, incluyendo a Bea, Bárbara y Félix de El Clan. El ambiente era muy amistoso y nos sentimos muy bienvenidas. La Casa escuela se caracteriza por esos gestos, que son los que finalmente hacen la comunidad, de incluir, de invitar a todes quienes estén interesades, sobre todo si de vecinos se trata. Habían jóvenes, niñes, adulto e incluso adultos mayores trabajando en las marionetas. Se nota el compromiso de parte de los vecinos y vecinas, pero también el compromiso de quienes trabajan ahí, es más, conversaron en la mesa que por fin iban a tener un fin de semana libre, hablando del fin de semana que venía. Las actividades nunca paran y es de esta forma que han llenado la casa de vida y de un sentimiento comunitario que se percibe fácilmente.
Para nuestro proyecto han sido de gran ayuda, incluso cuando muchas veces están tan copados de actividades que no les alcanza el día, siempre tienen buena disposición, como sucedió con la búsqueda del muro para el mural, que nos tomó un buen tiempo. Manejamos varias opciones pero ninguna era lo suficientemente convincente por diferentes motivos. Incluso fuimos a visitar la plaza Ho Chi Minh donde nos habían comentado que existía un muro. De inmediato, al llegar a la plaza, notamos que no era el lugar adecuado. Es una hermosa plaza con mosaicos y murales, ya dedicada a las revoluciones. Están los dirigentes de Herminda, Víctor Jara, el mismo Ho Chi Mingh en la plaza. No valía la pena intervenir un lugar tan bello y cargado de potencia simbólica. Fue a través de Bernardino que pudimos encontrar un muro. Luego de mucho discutirlo, con el equipo, con el taller y con nuestros colaboradores de la casa escuela, Bernardino nos envió un mensaje que había visto el muro perfecto. Es más, ya había hablado con el vecino dueño del muro. Se nota la actitud colaboradora que proviene de una lógica comunitaria bien profunda, de la cual hemos aprendido y estamos muy contentas de compartir.