Salir de nuestro entorno cotidiano para pensar en este, sus diferentes tramas y potencias, el tejido de ríos que nos circundan que están afuera pero también dentro de cada una. De esta forma puedo sintetizar la enriquecedora reunión que tuvimos hoy con las Hebras de Quilleco en su taller.
Las Hebras viven en la localidad de Pejerrey donde también está el taller, lugar más que de trabajo, de encuentro y retroalimentación. Principalmente el trabajo lo desarrolla cada una en sus casas, pues para llegar al taller deben cruzar entre las pampas una distancia no corta, ellas son seis y en su mayoría ya tienen una edad avanzada. Cuando decidí invitarlas al proyecto, me llamaba la atención este recorrido, objeto de la necesidad de encontrarse y apoyarse, en invierno se reúnen una vez cada dos semana y durante primavera y verano una vez a la semana.
Habíamos coordinado con ellas encontrarnos en el taller aprovechando que debían asistir a este para recibir a niños y niñas provenientes de la localidad de Cabrero para hacer demostraciones de su trabajo. Nos esperaban con una gran mesa especialmente preparada con galletas, torta, queques, entre otras golosinas. Compartimos el desayuno, y luego rápidamente comenzaron a lavar la loza para comenzar la demostración, no dejándome ayudarlas.
Luego salí a recibir una llamada fuera del taller y me encontré con Germán que es actual Dideco del Municipio, de profesión antropólogo. Germán conoce muy bien la comuna, ha vivido allí toda su vida exceptuando sus estudios en Temuco, y tiene estudios antropológicos especialmente del paisaje acuático de Quilleco, es la segunda persona que reconoce la relevancia de los ríos interactuando conmigo, luego de Miguel que cuando recién llegué a Quilleco me llevó a conocer la desembocadura del Quilleco en el Duqueco. Miguel más desde lo experiencial y Germán desde la investigación académica y en un panorama más amplio.
Por este motivo decidí plantear trabajar en torno a los ríos, porque visualicé que existían muchos en el sector y que cuando los habitantes hablaban de la historia o el paisaje no los mencionaban. Entonces mi propósito era, y lo confirmo aún más en este proceso, activar en colaboración los ríos en la memoria y el imaginario.
En desmedro de presenciar el taller dirigido por las Hebras a los niños, y aprovechando que Germán dio rienda suelta a muchos conocimientos del sector, me quedé escuchándolo y grabándolo con el celular. Partió preguntándome sobre la próxima visita a los ríos con la agrupación de jóvenes de Quilleco, y me mencionó un cerro en Ramadilla cerca del Cerro Castillo. En este cerro, hay un pozón que responde a los gritos de las personas activando la lluvia aun con el cielo despejado, me dice que historias como estas también las hay en el amazonas y otros lugares. También me habló sobre entidades que se movían entre saltos de agua, piedras o lagunas, hoy asociadas al diablo, pero que provienen de relatos prehispánicos y que aún son conocidas por parte de la población, incluso por niños a partir del relato de sus abuelos o por la propia experiencia. También me cuenta que llamaban a la calle del pueblo de Quilleco que bordea el río Quilleco “Calle de los perros” y que este era el sector donde habitaban familias mapuches que llegaron de otras localidades buscando un lugar para vivir. En la calle de los perros, durante la noche, las familias molían el trigo para hacer catutos, y este sonido se escuchaba en casi todo el pueblo. Yo mientras tanto pensaba en la agrupación de jóvenes que está buscando activar espacios de recreación en el paisaje natural y mi propuesta de nutrir este trabajo desde el arte potenciando lo experiencial y lo simbólico. A partir de esta conversación me pregunté: ¿Es posible conectar estas memorias con las nuevas generaciones? ¿Continuarán existiendo estás entidades con todo el ruido (como metáfora de las intervenciones forestales, hidroeléctricas y contaminación humana) entre los saltos de agua, pantanos, montes, piedras y lagunas? ¿Cómo dar las condiciones para que pueda continuar existiendo la movilidad de ellas en una sociedad de libre mercado y que cada vez reduce más este tipo de espacios?
Luego de esto entramos. Las Hebras despidieron a las niñas y niños. Y yo en tanto, instalé sobre una mesa los conceptos fundamentales del proyecto. Las Hebras ya conocían en parte mi propuesta gracias a la señora Guillermina que se las había comunicado, y estaban dispuestas a participar, no obstante, luego de contarles más, las invité y todas quieren estar, si se mueve una se mueven todas, siempre en un objetivo que les sea común. Vagamente nos cuentan que todas tienen cerca un río, Pejerrey está cerca del Duqueco, el río es balneario, lugar donde se lavaba la lana y lugar para la pesca. Entonces, yo les hablaba sobre cómo la imagen (sonoro-visual-olfativa) podía contribuir en sus tejidos y telares, y como ellas podían traspasar este conocimiento a la agrupación de jóvenes que están por aprender de la sabiduría de la naturaleza y el pueblo de Quilleco, desarrollando desde ahí un trabajo de retroalimentación. Se interesaron inmediatamente por el concepto de sinestesia sin que yo lo mencionara como tal, y de pronto ya estaban hablando de una multiplicidad de afecciones entre los telares, ellas y la naturaleza, por ejemplo, cada una puede teñir la lana con el mismo material, pero el color nunca es igual, se modifica dependiendo del estado de ánimo con que lo hagan y del tipo de luna que haya. Entonces comenzaron a reflexionar sobre la diversidad de colores que pueden obtener y todas las variantes posibles para producirlos, así cada oveja es única, por lo tanto su lana es única, y el agua con la que se lava la lana a veces viene del río con diferentes tonos dependiendo del mineral o el clima.
A partir de esto último y pensando qué ríos podríamos visitar buscando la experiencia, comenzaron a mencionar una infinidad de riachuelos, vertientes, lagunas, brazos, conexiones, y yo que vengo desde afuera no entendía nada, solo podía imaginar una madeja de flujos de agua. Estuvieron largo rato intentado definir el río que podríamos visitar, yo había tratado de dirigir la selección de este a uno que fuese significativo para ellas, pero no tenían uno en común, el más significativo para cada una era el que se encontraba atrás de su casa, y propuse un taller nómade por cada uno de estos espacio, sin embargo no me prestaron atención y buscaban elegir un espacio de río reconocido por gran parte de Quilleco, pero que ellas nunca han visitado, en el fondo también están buscando un paseo distinto juntas. Pero también es el desplazamiento hacia este otro lugar del que todos hablan pero ellas no conocen.
Al fin resolvimos ir por todo el día a observar, oír y conversar en el sector de Las Juntas, unión del río Quilleco con el Cañicura, el próximo 21 de noviembre, les advertí que irían los jóvenes de Quilleco a vivir la experiencia con ellas, lo que les encantó, pues algunas son viudas o están solteras, entre risas. Sin duda, tienen un gran sentido del humor, una enorme motivación, humildad y solidaridad con sus conocimientos. Es difícil coordinar una fecha más cercana, pues las hebras, aunque sea en bus y por sus propios medios, salen todas las semanas a dar a conocer su trabajo a universidades de Los Ángeles, Concepción y otras localidades, les encanta ver que es lo que hacen otros artesanos y recibir el feed back del público.
Luego del 21, nos reuniremos el 28 en mi casa en torno al río Quilleco que pasa atrás de esta, esperamos tejer y por supuesto, seguir conversando en este lugar, disfrutando de la naturaleza. La idea para este día también es contar con la presencia de los jóvenes que están los días de semana en el pueblo, que no son muchos, pero que precisamente también son artesanos. De este modo, de forma orgánica avanzamos en la exploración de compartir juntos, y en torno al río, descubrir nuevas posibilidades.