Hacer una plataforma no estaba contemplado en el papel, en ese idílico proyecto que tanto muta con la implementación. La idea propuesta era realizar una obra audiovisual –formato y técnica escogida por las y los autores–, exhibida de una manera que escapara de la frecuente y típica proyección –pantalla grande, público sentado–, cubriendo aquella necesidad que los y las mismas/os jóvenes plantearon en el comienzo. En este contexto, nació la plataforma/instalación en la que estamos trabajando.
La idea de entregar un mensaje en el espacio público, fue una idea que entusiasmó de inmediato, y el PVC surgió como una propuesta de las/los jóvenes del grupo para entregar una base a ese soporte de exhibición que, al mismo tiempo, contendría ese punto de vista que generaríamos. En otras palabras, partimos por el final, pues creamos un medio antes de tener un mensaje. ¿Arriesgado? sí, pues ¿qué hubiese pasado si esa reflexión que se buscaba generar, no aparecía? Lo cierto es que fue más interesante y atractivo para las y los chicos sumarse al proceso desde lo tangible y, después de todo, esa plataforma se está convirtiendo en un medio para expresar el punto de vista que estamos generando.
La plataforma ya no es una reproducción ni representación del río, como en algún momento pensamos. Nos dimos cuenta de que hablar del río podía ir más allá del significado cotidiano. El ejercicio de repasar la historia de Curanilahue a partir de este, jugar con los tiempos pasado, presente y futuro, nos ayudó a conocer y valorar el elemento río, y si en algún momento pensamos que a través de la plataforma podríamos representarlos, la idea ha ido quedando de lado cuando comenzamos a generar una visión propia y colectiva.