Nos levantamos temprano muy entusiasmadxs porque iríamos a recorrer por las orillas del Lago Neltume con la meta de llegar hasta Liquiñe, dejamos todas las cosas preparadas la noche anterior para nuestro viaje, de manera que comenzamos el día con mucha energía. Parte de las conversaciones que se han levantado en los trafkin kimün witraly en los poyewün trawüntienen que ver con la profundidad del lago, de las diversas historias y relatos que se cuentan sobre la cuenca lacustre en la que varias comunidades mapuche viven en sus alrededores.
El volcán Mocho-Choshuenco nos aparece siempre de fondo, pero en la medida que vamos avanzando en micro por el dificultoso camino de tierra hasta Liquiñe, vamos contorneando otras perspectivas de la vista del Lago Neltume, del bosque, pero también de la montaña y los volcanes. Cuesta arriba vamos evidenciando el azul profundo del lago, que como espejo de agua, refleja todo su alrededor. Es esa inmensidad lacustre la que nos motiva a recorrer y contemplar sus caminos. Caminamos cerro arriba para buscar a alguna lamngentejedora para intercambiar experiencias, pero pese a ir de casa en casa preguntando, no pudimos dar con ninguna. Reflexionamos por lo tanto, en por qué las tejedoras de estas zonas están ausentes o escondidas.
Somos conscientes de que estas omisiones son propias de procesos de aculturación profundos y violentos, vividos en la reducción establecida por el Estado Chileno, ¿qué implica que no haya o que estén ocultas las tejedoras en las comunidades? La protección del kimün, del conocimiento como práctica política y espiritual, es una estrategia que también respetamos, pues a pesar de reconocernos mapuche, venimos de otro territorio. Sin embargo, en el pueblo de Neltume nos han dicho que son muy pocas las que aún tejen en el Lago Neltume, por lo tanto, nuestro trabajo también toma otra perspectiva de recuperación y puesta en valor creativo de un conocimiento y práctica cultural capaz de empujar una revitalización mapuche de la zona.
Mientras bajamos del cerro tras ir a conocer las comunidades del Lago Neltume, divisamos el volcán Villarica, su geometría blanca aparece como una cabeza de flecha gélida, encuadrando el Lago Neltume en una imagen conmovedora. Mientras descendemos y seguimos nuestro camino hacia Liquiñe, vamos atentxs a una micro, o un auto que pueda acercarnos a nuestro destino. El camino pedregoso se va poniendo cada vez más alto, y en la medida que avanzamos y subimos la ladera de la montaña, el paisaje se abre para dar paso a una vista diferente: un valle verde, encajonado entre el volcán Villarrica, el Lago Neltume y las montañas mismas que caminamos. Se trata de un territorio que reconocemos por los comentarios de lxs locales, por el verde y las torres de alta tensión instaladas al centro del territorio. Se trata de Tranguil, territorio donde la lamgnendefensora de la tierra, Macarena Valdés, aparece muerta el 2016 en circunstancias sospechosas que hasta hoy mantienen abierta una investigación que ya arrojó un primer hecho fundamental para el proceso, confirmando que Macarena Valdés no se suicidó[1].
Nos detenemos un momento para observar Tranguil, para ver las torres de alta tensión, mirar las casas de los peñiy las lamgnenque ahí habitan. No podemos dejar de pensar en José Huenante, Matías Catrileo, Camilo Catrillanca como parte de las violencias que siguen latentes en el sur, pero que también son hechos que ocurren en otros territorios donde existe una situación de neoextractivismo que desarticula las comunidades, les despoja de sus riquezas para cuantificarlas como mercancía que se extrae. Conversamos sobre los asesinatos en democracia, sobre los detenidos desaparecidos en democracia y sobre la impunidad que aún se mantiene intacta en Chile. No podemos dejar de sentirnos invadidxs por un sentimiento colectivo de tristeza, de dolor. Le mostramos nuestros respetos a Macarena Valdés, le pedimos permiso para continuar nuestro camino, le dedicamos un momento de nuestras vidas para pensar en ella, porque nosotrxs no olvidamos.
Estas reflexiones emergen de nuestra caminata, la montaña sube y baja, la ladera nos muestra riscos peligrosos, pero también pasos de agua fresca que embarran y enfrían el caluroso día que nos tocó. Nos detenemos, nos refrescamos y continuamos en un ritmo que se ve marcado por el agua que conduce libremente hacia Tranguil y hacia el Lago Neltume. Es en una de estas bajadas donde nos encontramos con el puente Quilmo, donde cerca se encuentra uno de los memoriales parte del “Sendero de la Guerrilla” que recuerda a los combatientes caídos en 1981. Nuevamente nos detenemos y nos sensibilizamos al respecto, esta ruta que hemos realizado nos ha movilizado a canalizar y procesar la responsabilidad de hacer un trabajo comunitario en torno al arte textil mapuche, como parte de nuestro compromiso con la memoria y la historia de nuestro pueblo, pero también en nuestra insistencia en construir una experiencia y práctica colaborativa con las mujeres que han participado con nosotrxs durante esta residencia. Ver aquel memorial nos hizo recordar que hace un tiempo atrás aparecieron dos memoriales de Neltume 81 destruidos camino a Liquiñe que recuerdan los nombres de los “compañeros” Pablo y Jorge.
Llegamos a Liquiñe en busca de alguna tejedora o artesano en madera, pudimos conocer brevemente a algunos señores que trabajan artesanías en madera, pero es difícil establecer lazos tan pronto. El día fue intenso en la medida que, durante la caminata, nos dejamos llevar por el entorno, entre los bosques y la montaña se percibe toda la fuerza que posee este territorio. Capas y capas de violencias y luchas que conforman la memoria colectiva de cada persona que vive aquí. A veces cuesta hablar de estos temas, pero esta caminata bordeando el lago nos ha hecho ver cuán potente han sido los lazos que se han generado con algunas personas de Neltume, con quienes se ha cultivado a fuego lento una amistad y complicidad, manera mucho más próxima a hacer memoria desde los afectos, micropolíticas entrelazadas en cada encuentro que hemos realizado. ¿Por qué insistir en buscar otras tejedoras o artesanos? Neltume se ha convertido en nuestro hogar, nos hemos sentido radicalmente implicadxs en nuestras historias también, he ahí una práctica colaborativa tangible que se ha generado desde la más honesta reciprocidad.
Emprendemos el regreso a Neltume ya cuando cae el sol, alcanzamos a medio camino la micro, justo cuando ya nos encontrábamos flaqueando en nuestro andar. Nos subimos y mientras dejamos atrás Liquiñe, Quilmo, Tranguil y el Lago Neltume, vamos en silencio pensando en los rostros, las personas, los árboles y las aguas que nos recibieron y dejaron pasar. Antes de que acabe el año occidental nos sentimos energizados y sensibilizados con una parte dolorosa de la historia local, que ha sido un eje importante que siempre aparece en nuestras conversaciones junto a la comunidad de tejedoras que estamos levantando.
Volver de esta caminata nos hace comprender mejor las experiencias que con tanta confianza nos han contado y que ahora dimensionamos con el peso de nuestros propios cuerpos en contacto con las montañas.