Durante las últimas reuniones de trabajo enmarcadas en el poyewün trawün hemos estado haciendo muchas cosas relacionadas con la lana, la memoria y el cariño, pero una actividad ha sido central para el devenir de las decisiones creativas de la pieza textil colectiva: el trazado del diagrama. Este elemento es fundamental para poder aprender a dibujar las diversas técnicas del witral, cambiando sus reglas y contabilidad en cada instancia distinta. “Se parece a los puntos del crochet”, nos dice Violeta y otras más cuando les mostramos las cuadrículas. Por eso también cada bitácora personal que regalamos en el comienzo tiene las hojas cuadriculadas, pues el textil es un tipo de programación-escritura que se cuenta mediante unos y ceros, es decir donde aparece y desaparece el color que dibuja.
Por eso hemos pasado largas jornadas coloreando cuadrículas, viendo cómo traducir el volcán, los árboles, las estrellas y las mujeres que queremos escribir en el textil. No es tarea fácil pues según la técnica, cada cuadrado coloreado remite a 1, 2 o 3 hebras. En el caso de la técnica que estamos tejiendo en kelentraro cada cuadrado remite a dos hebras, la que dibuja y la que queda detrás. El diagrama entonces se convierte en un territorio de experimentación visual y escritural, pues el textil estaría en un espacio mestizo que tensiona la representación mediante síntesis y traducción.
Mientras las tejedoras dibujan y toman decisiones, Manuel va guiando el proceso pasando a una grilla excel los diversos dibujos, ya que de esta manera se vuelve más rápido editarlos y probar formas y maneras de representar elementos. Paralelamente, junto a Anita imprimimos pruebas, armamos sábanas de diseños y ensayos para ver si nos convence o no el resultado. Lo interesante es que el diagrama no es un resultado final, es más bien una guía para el proceso. El diagrama se convierte así, en el marco del poyewün trawün, en un elemento de relacionamiento estético, que se presenta como un marco referencial para proceder, intervenir y negociar con la lana. No es una ley, pues la lana siempre se comporta de otras maneras, y muchas veces lo que creemos haber proyectado no nos convence del todo. Por eso el trabajo del diagrama no lo hemos planteado como una etapa superada, sino más bien como una dimensión cambiante que tenemos que ir consultando, modificando y re-imprimiendo según lo amerita el proceso colectivo de toma de decisiones.
La posibilidad de hacer diagramas no solo se aplica para la técnica kelentraro, sino para toda que implique dibujar, porque para lograr conseguir intervenir la programación de lo tramado es necesario aprender a escribir con las hebras, dibujar es insistir en ellas para interferirlas de todo orden establecido. De manera que el gesto de dibujar rompe con la repetición de los pasos de tejido liso o ngeren, para abrirse a otros procedimientos de intervención de la lana de color para hacerla dibujar. La mayoría de las tejedoras ya han aprendido bastante bien escribir-tejer en kelentraro, por eso muchas nos han manifestado que se sienten preparadas para aprender otras técnicas que les permitan otras posibilidades de combinatorias y maneras de hacer dibujos, de este modo, nos arrojamos a compartir los conocimientos que tenemos sobre ñimikan, técnica textil mapuche de urdido suplementario donde lo que hacemos es seleccionar ciertas hebras para hacerlas flotar.
Resignificamos esta técnica textil más bien como un objeto-sujeto al que alimentamos a través de la trama. Nos resulta difícil hacer la separación, porque en lo que tejemos nos involucramos, vamos alimentando la trama también de recuerdos, de emociones. A partir de cómo se seleccionan las hebras para hacer ñimikan nos fijamos en qué elementos de nuestras propias vidas seleccionamos y otras que suspendemos para hacer aparecer los diversos dibujos que nos interesa intensificar en nuestra residencia en Neltume. Ñimikan nos ofrece la generosa capacidad de generar un dibujo que flota de manera suplementaria a la trama de base.
Como tejedoras o ngerewirinkafe, lo que hacemos con el telar es escribir: nos relacionamos con cada trama que alimenta nuestra memoria textil. Antonio Catrileo en su próximo libro Awkan epupillan mew reflexiona sobre el ñimikan: “ñimikan es la manifestación de otra escritura que en vez de hablar de dos, habla de tres, donde su estructura de urdido es suplementaria: se utilizan dos pares de un color y al centro un color distinto, aquel que irá flotando luego para hacer los dibujos. Aquel segundo color no complementa a los otros dos, sino más bien irán trazando una relación entre los tres para dejarse flotar hacia cualquier lado según cómo queramos escribir, son nuestros dedos los que escogen, los que van levantando o escondiendo esa hebra que irá dándonos un dibujo, según sus inclinaciones, pero regalándonos también una textura, la textura que excede el tejido llano de la dualidad. El dibujo de ñimikan nos da esa posibilidad de lectura, ese lenguaje de tres hebras que conforman una sola. Cada hebra se compone así de tres, y se comienza a modular un lenguaje creativo, como una explosión de tramas suplementarias flotando, y en su conjunto, cada grupo de tres va conformando un aspecto del dibujo visto en perspectiva. Ñimikan nos invita a abandonar la idea del revés y derecho, porque cada lado es parte de esta relación terciaria. Lo que vemos por un lado emerge desde otro plano, y así cada elección que hacemos es una evocación, en decidir dejar flotar el color distinto vamos llamando a nuestras memorias esos cabos sueltos, los vamos tramando para hacernos ñimikan como una práctica de pensamiento que implica siempre introspección. La ngerewirinkafe así hace memoria, evoca, recuerda, mueves los hilos del tiempo para hacerse un tiempo otro. Un tiempo que flota ante la linealidad.”
Esa alteración de la línea programada son las múltiples posibilidades que nos ofrece el tejer y dibujar, en este caso el ñimikan se digita, palpa el desvío en cada selección de la hebra que flota para invitarnos a diagramar, cada selección, cada posibilidad de caos hecha tejido en ñimikan. Podrá pasar mucho tiempo sin tejer quizás, pero nunca olvidamos cómo se teje. Es nuestra memoria que digita las fibras, entre la tensión del urdido vamos evocando el recuerdo, aquello que habíamos creído perdido. Así la ngerewirinkafe urde este witral en ñimikan, se entreteje a sí misma estrechando una relación con lo que teje. La ngerewirinkafe hace un trabajo de introspección, esbozando su escritura sensible, palpable. Hay mucho de poyewün en el laboreo, es decir, de hacerse cariño con la escritura, he ahí toda la potencia de diagramar la pieza textil colectiva, pero también los dibujos en han aprendido y los que están porvenir.