A partir de esa primera salida a terreno, que nace de la idea de uno de los cabros, los lazos de amistad y confianza empiezan a fortalecerse. Todo el tiempo estoy pensando sobre la aplicación práctica que podría tener este camino que estamos tomando, pero siguiendo los consejos de lo que se habló en la reunión regional, intento centrarme en ese proceso de generar una confianza, más que en visualizar de qué manera podría aplicarse algo de todo esto que estamos haciendo.
Dentro de las opciones que se nos ocurren, en conjunto aparece la idea de armar un mural con las fotos que sacamos durante el viaje. Varios días intento juntarme con ellos pero no logro capturar su atención. Los pierdo rápidamente. Están ocupados intentando conseguir trabajo lo que es sumamente comprensible.
Algunos días los voy a ver a los trabajos que consiguen. Por ejemplo, el otro día estuvieron todo el día contando autos, por la renovación que se hará del terminal de buses. La empresa constructora los contrató para contar el flujo de automóviles. Les llevé once y estuvimos mateando al final de la tarde. Otros días pasan por mi casa en la noche y nos quedamos conversando hasta tarde. Insisto en la idea de que a ellos se les ocurra algo que hacer. Me cuesta mucho. Intento que hagamos un collage con el material de registro que obtuvimos en esa primera salida. El resultado no es muy convincente. La idea del mural se desmorona y realmente no sé qué hacer.