Luego de varias reuniones con la comunidad, han surgido varias interrogantes y dudas al respecto de cómo estamos llevando a cabo el proyecto. De esta manera, han sido días de replanteamientos y cuestionamientos respecto a variados temas, algunos de ellos la función del arte y la cultura, cómo trabajar con comunidades donde su principal interés no se enfoca, precisamente, en generar demanda cultural.
Es entonces que nace la idea de comenzar a realizar todos los viernes Tardes de Cine, donde el objetivo es generar espacios de encuentro y comunidad, con el fin de compartir una tarde en la localidad viendo una película, donde estén todos invitados a participar de ello de una manera transversal.
La película a elección para este viernes fue “Violeta se fue a los cielos”. Llevamos mate y cositas para comer y compartir.
La ubicación fue el patio de Don Julio Lobos, ex presidente de la junta de vecinos, quien amablemente compartió parte de su terreno para poner sillas y proyectar sobre un telón la película. Así también, Jessica, la actual presidenta de la junta de vecinos, nos presta proyector, parlantes y telón, todos artefactos pertenecientes a la comunidad, y con poco uso comunitario al parecer.
Estamos finalizando el mes de noviembre, un mes especial para la comunidad de Nenquén, porque todos los días a las 20:00 hrs. se celebra el mes de María con una misa corta donde se reunen los vecinos. La concurrencia es alrededor de las 20 personas a misa. Mientras tanto, nosotros acomodamos las últimas sillas esperando que finalice la misa, a modo de respeto, pero también guardamos la esperanza de que se sumen vecinos (ya nos hemos dado cuenta que la afluencia a reuniones comunitarias no tiene mayor importancia para los vecinos), quizá un intento un poco desesperado pero franco de parte del colectivo para generar instancias de interacción.
En lo personal me siento un poco nervioso, muy dentro de mi quiero que estas instancias funcionen, espero que los parajes rurales y la estética setentera de “Violeta” pueda despertar recuerdos de niñez, la añoranza de tiempos donde todos compartían de forma sincera, que puedan ver el valor de las tradiciones y la cultura, espero que se vean reflejados.
La película comienza, y a medida que avanza, se van llenando los asientos. Llegan vecinos que nunca habíamos visto, familias completas: abuelos, abuelas, mamás, papás, hijos, hijas, nietos y nietas. La noche está fresca, el viento sopla ligeramente y los vecinos participan de la película con comentarios, aplausos y una que otra broma. A ratos se siente cómodo, es como estar en mi propia casa, me olvido del trabajo, de la residencia, del arte colaborativo, me siento tranquilo, puedo mirar el cielo estrellado, las viñas a los costados y los cerros que recortan el horizonte.
Así transcurre la noche hasta el final de la película, última escena de “Violeta” y finaliza de forma intensa (no daré detalles, para que no ser spoiler). Se acaba la música y todos quedamos en silencio, solo una orquesta de ranas y grillos eleva un murmullo claro… es parte del paisaje. Nenquén nos despide de una noche más con esta tranquilidad intensa, ésta del campo, donde no pareciera pasar nada pero un mundo vive, respira y se agita en todo momento.